El pasado atrapa al príncipe peleón
Ernesto de Hannover declara ante el juez por una agresión cometida en 2000
Las noticias del mal genio del príncipe Ernesto Augusto de Hannover, esposo de Carolina de Mónaco, vienen de lejos. ¿Quién no recuerda la bronca que tuvo con unos paparazzi por una foto en la que se veía a su alteza orinando en la calle tras una noche de juerga o las peleas continuas con los fotógrafos cuando le pillan con una copa de más? Ayer fue el día en que el príncipe retomó otro viejo contencioso. Hannover compareció ante un tribunal de Alemania para defender su honor tras ser condenado por la paliza que le propinó al dueño de una discoteca en Kenia en 2000.
Todo ocurrió durante unas vacaciones familiares en la isla de Lamu, donde el príncipe posee una lujosa mansión al borde de la playa. Hannover se enfadó mucho por el ruido procedente de la discoteca y la emprendió a golpes con el propietario.
Ayer el príncipe se presentó sonriente ante la Audiencia de Hildesheim (norte de Alemania) para argumentar que ese día "sólo" dio un par de bofetones al propietario de la discoteca, pero no le dejó malherido como sostuvo éste. Hannover fue condenado en 2004, tras varios recursos, al pago de una multa de 445.000 euros por la agresión a Josef Brunlehner, que tuvo que ser ingresado en un hospital de Mombasa tras la agresión. Su foto ensangrentado dio la vuelta al mundo. Según contó Brunlehner, el príncipe apareció en su establecimiento capitaneando un grupo de vecinos y le propinó una paliza armado con un puño americano. La audiencia de Hildesheim ha admitido el caso, en el que declarará como testigo Carolina de Mónaco el 23 de julio próximo.
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