Nueva legislatura, nuevo tiempo
La pasada semana comenzó la actividad ordinaria del Parlamento vasco. Y, a pesar de los malos augurios que algunos se han encargado de vociferar después del 1 de marzo, la legislatura no ha empezado nada mal, porque nada más hacerlo la Cámara ha alumbrado tres acuerdos amplios: uno unánime en contra del terrorismo, otro de la gran mayoría del Parlamento para la distribución de las mesas de las comisiones parlamentarias, otro de PNV, PSE-EE y PP sobre la composición del Tribunal Vasco de Cuentas Públicas y los dos últimos, el pasado viernes, para instar el cierre de la central nuclear de Garoña y para la modificación de las leyes orgánicas del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial. Y vendrán más.
Para consolidar las instituciones democráticas no existe una vía diferente a la búsqueda de acuerdos amplios
Se otea la posibilidad de reducir a la mínima expresión los supuestos conflictos identitarios que nos asfixiaban
Este comienzo supone de por sí una buena noticia y explico por qué. Bajo mi punto de vista, la baja participación, la desmovilización y la apatía que las últimas elecciones europeas han provocado en la ciudadanía vasca y española no son sino la última muestra de la desafección política que se viene percibiendo desde hace no menos de una década.
Existe un problema que va en aumento con el paso del tiempo, elección tras elección: una suerte de percepción negativa de la sociedad con relación a las instituciones democráticas y los partidos políticos. Se habla de la politización de las decisiones como algo despectivo. Y, en mi opinión, el desacuerdo como norma general, junto al enfrentamiento que ha vivido la política -especialmente la vasca- en los últimos años, ha hecho que "los políticos", "la falta de acuerdo entre partidos", en definitiva, la política, haya sido colocada por la ciudadanía como uno de los problemas más importantes de Euskadi.
Para cambiar esta percepción, y de esta forma consolidar las instituciones democráticas, no existe una vía diferente a la búsqueda de acuerdos amplios en beneficio de la sociedad. Y éste será precisamente uno de nuestros grandes objetivos para esta novena legislatura en el Parlamento vasco.
Y es que, además de legitimar socialmente al nuevo Gobierno y a su lehendakari -que será otra de las tareas importantes a desarrollar por el PSE-EE-, creo que es posible hacer del Parlamento un foro de reflexión y debate abierto para avanzar hacia una nueva política vasca acorde a la ciudadanía del siglo XXI. Una nueva política que, indudablemente, pasa por una redefinición de nuestras instituciones y, como ya se ha mencionado, por la recuperación del acuerdo como seña de identidad de la acción de los partidos.
De otro lado, junto al inicio de la actividad regular en el Parlamento, el nuevo Gobierno vasco liderado por el lehendakari, Patxi López, ha cumplido su primer mes de vida. Y cumple un mes sin engañar a nadie, con decisiones y gestos que marcan sus objetivos para esta legislatura: iniciativas para reactivar la economía -incluyendo el impulso al diálogo social-, adopción de medidas concretas para atender a los más desprotegidos y reconocimiento de las víctimas del terrorismo.
Se han adoptado medidas para impulsar la actividad económica, como el incremento de 10 millones para un plan extraordinario de rehabilitación de viviendas o la línea de avales de 50 millones para grandes proyectos industriales. Además, después de diez años, se está dando un impulso al diálogo social, que seguirá su camino lo quieran o no las centrales sindicales que se autodefinen como nacionalistas antes que como obreras.
También, como una de las señas de identidad del proyecto socialdemócrata moderno que representamos, el Gobierno ha destinado las primeras medidas económicas a la protección social. Así, y a pesar de los límites presupuestarios, se han incrementado las Ayudas de Emergencia Social en 20 millones de euros o se ha presentado un plan de formación de parados para trabajar en la asistencia social.
Finalmente, como muestra de su compromiso con el final del terrorismo y la solidaridad con sus víctimas -compromisos que esperemos que termine compartiendo la sociedad en su conjunto-, el primer acto oficial del lehendakari fue arropar a la familia de una víctima del terrorismo etarra, Juan Manuel Piñuel.
Creo sinceramente que tanto en los objetivos de los socialistas vascos para esta legislatura como en las primeras acciones del nuevo Gobierno se intuye la posibilidad de gobernar de otra manera este país. Se otea en el horizonte la posibilidad de reducir a la mínima expresión los supuestos conflictos identitarios que nos asfixiaban, sin duda alguna por la agitación artificial que algunos hicieron de ellos. Se ve que si se quiere, se puede gobernar poniendo el interés en los problemas reales de la ciudadanía. En definitiva, se está empezando a comprobar que, también en Euskadi, se puede gobernar mirando a los ojos de la gente y no a su carné de identidad.
Óscar Rodríguez Vaz es parlamentario vasco y secretario general del Grupo Parlamentario Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak.
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