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Canto y sinfonismo en el ecuador del Festival Mozart de A Coruña

El Festival Mozart pasa esta semana su ecuador. El recital de canto de María Bayo presentó el jueves un patio de butacas del Teatro Colón abundante en público poco asiduo a los eventos musicales. Tras las nueve piezas de Mozart de la primera parte, salpicadas de palmas en los laterales -sueltas, pero inoportunas e insistentes-, obtuvo mayores y mejor ordenados aplausos en la segunda.

Las Cinco canciones playeras de Esplá, las tres de Toldrá sobre textos de nuestro Siglo de Oro y, sobre todo, las maravillosas Cinco canciones negras de Montsalvatge tuvieron una interpretación muy expresiva de la soprano navarra, pese a volver a sufrir los problemas de afinación que parecían superados en sus últimas visitas al teatro coruñés. El piano de Marcel Pikulski, mientras, sonó repleto de sensibilidad y carácter.

La cancelación del contratenor Carlos Mena alteró el programa previsto para la habitual intervención de la Real Filharmonía de Galicia en el festival Mozart. El realizado fue muy atractivo y curiosamente simétrico. Dos sinfonías de Mozart de tres movimientos, las números 17 y 38, Praga, de Mozart, enmarcando una de sais, la nº 60, de Haydn. Tres estilos bien distintos: sinfonía "galante" a la italiana, la nº 17; trascendente y dramática la Praga y plagada de ingenio y rasgos de su característico humor la del llamado padre de la sinfonía. Todos ellos fueron debida e inspiradamente aplicados por el salzburgués Leopold Hager y una Real Filharmonía de Galicia en su plena esencia de orquesta clásica.

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