"A veces me da rabia no ser un poco más moderno"
Se toma tan en serio Coque Malla la sesión fotográfica, con sus gafas Ray-Ban, la camiseta de tirantes y esos brazos cincelados en el gimnasio, que la chavalería vespertina en la plaza de la Paja se arremolina para preguntarle: "Perdona, ¿tú eres modelo?". Todo un piropazo para un rockero que en octubre será cuarentón pero ha sabido conservar -quién sabe si por adscripción stoniana- ese aspecto aniñado de cuando berreaba Adiós papá, dos décadas atrás, al frente de Los Ronaldos. Dice sentirse más a gusto que nunca dentro de su pellejo y su tercera entrega en solitario, La hora de los gigantes, le ha salido mucho más luminosa y vitalista que sus antecesoras. La repasa esta noche en El Sol, en formato acústico, con silla y mesita para el público más madrugador.
"Eres lo que has escuchado, y yo no me quiero librar de ese bagaje"
Pregunta. Llegada la hora de los gigantes, ¿en qué aspectos se considera un tío grande?
Respuesta. En ninguno, más allá de en la edad. Calificarme sería una tarea inútil, así que asumo los comentarios que quieran dedicarme los demás. Sólo me concedo un punto de vanidad cuando doy por válida una canción.
P. ¿Empieza a verse, entonces, como un madurito interesante?
R. Uhm, usted sabrá... El tiempo es una jodienda, pero me siento afortunado por no haberlo perdido casi nunca. Y me noto cómodo conmigo mismo, muy seguro cuando me subo al escenario. No tan showman, pero cada vez mejor músico.
P. En su nuevo disco hay algo de Dylan, de los Rolling y de soul clásico. Así cualquiera, ¿no?
R. Quise hacer un ejercicio de libertad y escribir lo que me saliera, sin cortapisas ni disciplina. A veces me da rabia no ser un poco más moderno, pero al final la cabra tira al monte. Eres lo que has escuchado toda la vida, y yo no me quiero librar de ese bagaje ni de coña. Son mis genes.
P. ¿Cree que si se reunieran Los Ronaldos ahora les ofrecerían 94 millones de euros?
R. No, no llegamos al nivel de Cristiano, pero intentaríamos quedarnos cerca. Eso debe de ser bastante pasta, ¿verdad?
P. En su día ustedes, pecadillos de juventud, le pedían el dinero a papá...
R. No exactamente. Adiós papá se interpretó en clave de salto generacional, pero pretendía ser más la historia de una huida misteriosa. En cualquier caso, no hay pecado alguno: era una canción cojonuda.
P. ¿Se llevaría las manos a la cabeza si un hijo le sale rockero?
R. Todavía no tengo el hijo, aunque la idea de la paternidad me hace tilín. Todos los padres del planeta hacen planes que luego se vienen abajo.
P. ¿Quiénes son esos "hombres grises con traje nuevo" de los que habla en una canción?
R. Tipos poderosos que lo controlan todo. Yo siempre procuro evitarlos, pero los hay en todos los gremios. En el fondo, todos tenemos un punto de perversión. Somos máquinas de sobrevivir, acumulamos mucha mierda y cometemos pequeñas traiciones hacia nosotros mismos.
P. ¿Se le ocurre algún planazo para hoy antes y después del concierto de Coque Malla?
R. Lo mejor sería desayunar en un ático con terraza, a ser posible de tu propiedad... Comprar el periódico, comer en Juana la Loca, junto a San Francisco el Grande, y pasar la tarde tirado bajo una secuoya en la Quinta de El Pardo. Después del concierto, y a falta de un plan amoroso-sexual, una copa en el Costello sienta como dios.
Coque Malla actúa hoy a las 22.30 en la sala El Sol (Jardines, 3). 15 euros.
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