¿Es Bambi carnívoro?
Sabíamos que la velocidad del tiempo es relativa. A mayor velocidad, el espacio se contrae y el tiempo se dilata, pasando más despacio. Cataluña desafía la relatividad especial. Estaríamos más bien en la extrema lentitud y con el tiempo detenido. Pero la cosa amenaza con precipitarse.
Con una participación en las europeas del 37%, la mayoría de ciudadanos han optado por inhibirse. Tienen un cúmulo de razones que van desde la fatiga de drama electoral permanente -hemos sido convocados a las urnas en siete ocasiones desde 2004- a la percepción de intranscendencia de la cita con Europa, al cansancio por el poco estilo del debate y la falta de argumentos. El ritmo político es electoral, pero el de los ciudadanos lo marca fin de mes o el día 10. Es decir, el cobro de la nómina o la prestación de desempleo.
Zapatero, un experto en ganar tiempo, tiene ahora que optar entre actuar como Saturno o recuperar el talante plural
El ruido de la campaña electoral amenaza con volver a ensordecernos en tan sólo unos meses, cuando se acerquen las autonómicas previstas para 2010 o antes. Los partidos empiezan a situarse en la parrilla de salida y algunas decisiones ya no se podrán posponer.
El Gobierno de Zapatero ha recibido una clara advertencia en Cataluña y no puede continuar silbando. Tras un año de acopio de impaciencias y la pérdida de 200.000 votos, el PSC necesita respuestas y Zapatero deberá decidir cuál es su estrategia; decidir si prefiere dejar caer a José Montilla y precipitar un pacto con CiU y una legislatura más plácida en Madrid o responder a las expectativas que él mismo ha generado en Cataluña sobre una financiación suficiente y justa.
Las relaciones entre el PSC y el PSOE nunca han sido fáciles. Rodríguez Zapatero quizá ha esperado pacientemente que la coalición de Gobierno en Cataluña fracasara. Que se cociera en su propio jugo de contradicciones. Pero el Gobierno de Montilla se ha mantenido entre discrepancias.
Zapatero, un experto en ganar tiempo, tiene ahora que optar y mostrar hasta que punto es Bambi carnívoro. Decidir entre actuar como Saturno o recuperar el talante plural.
Tras precipitar la caída del presidente Maragall tiene que decidir si sacrifica también a José Montilla, aquel ministro que le salió díscolo, o apoyarle con una financiación suficiente y el desarrollo serio del Estatuto.
Es decir, transformar el eslogan de la España plural en algo más que una frase electoral o abrazar la España uniforme y radial del PP que no da problemas en Albacete.
Ha llegado el momento. Si no se pacta una financiación justa con Cataluña cuando faltan tres años para las próximas generales, ¿cuándo se darán unas condiciones mejores? La decisión estratégica de Zapatero deberá tener en cuenta que precipitar la caída de los socialistas en Cataluña puede tener un coste electoral crítico para él. Aunque sostenga que la crisis es lo único que importa electoralmente y que hay tiempo de recuperarse, el granero de votos catalán le puede hacer pagar las expectativas frustradas.
Zapatero puede tener la tentación de continuar ganando tiempo a la espera de que el tripartito se resquebraje y se le abra un horizonte de pacto con CiU. Pero la sensación de tomadura de pelo se extiende en Cataluña y la imagen y el prestigio del presidente del Gobierno le serán cada día más difíciles de recuperar si no da un giro en la relación bilateral.
En este contexto, la coalición del Gobierno catalán afronta su momento crucial. ¿Hasta cuándo llegará unido el tripartito?
Depende de que el Gobierno mueva ficha, de cómo se resuelva la tensión -dialéctica de momento- entre el consejero Castells y el presidente Montilla y de dónde ponga los límites ERC para aceptar la financiación, consciente de que su electorado está inquieto. A nivel doméstico, a Esquerra le interesa más la falta de acuerdo que uno dudoso, aunque si no hay avances, no lo tendría fácil para explicar su participación en el Ejecutivo. También ERC está llegando al final del ejercicio de equilibrio en la cuerda floja.
Esther Vera es periodista.
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