En la villa de Papi
El escándalo político y los excesos rodean la mansión de Berlusconi. EL PAÍS reconstruye sus interioridades
Jardines infinitos, lagos artificiales, órganos sexuales al aire, juegos lésbicos, efectos especiales... Un geriátrico lleno de cuerpos imponentes. Las fotos censuradas en Italia por iniciativa de Silvio Berlusconi muestran la rutina desinhibida de la mansión del jefe del Gobierno, en Cerdeña. Es la misteriosa finca donde Noemi Letizia, la napolitana de 18 años que llama Papi a Berlusconi, pasó el fin de año con otras 30 velinas (azafatas televisivas).
Villa Certosa. Un lugar con cuyo nombre muchos fantasean: el mar turquesa, la gran casa principal, las estancias secretas, el canal subterráneo que comunica el mar con la villa -inspirado en James Bond-, el parque de 60 hectáreas, los bungalós a disposición de las invitadas (siempre más chicas que hombres, proporción de cuatro a uno).
Villa Certosa es el símbolo de Il Cavaliere. Es su tesoro, su secreto mejor guardado, el lugar donde este hombre de casi 73 años trae en vuelos oficiales a sus amigas y amigos, celebra consejos de ministros informales, cierra o prepara negocios o hazañas políticas, agasaja a los líderes de la derecha mundial, cuida de sus crisálidas, sienta a sus velinas en las rodillas y las pasea en el carrito del golf por el parque, zona militarizada y secreto de Estado desde 2006.
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