Mejor Orlando que James
Esta madrugada comienza la final de la NBA con un invitado inesperado. Desde hace meses y siempre partiendo de la premisa de que el potencial de los Lakers le otorgaría una segunda oportunidad, nuestras elucubraciones se centraban en dos alternativas. Una reedición del clásico Los Ángeles-Boston o el enfrentamiento deseado por la mercadotecnia de la Liga, Kobe frente a LeBron.
Pues ni lo uno ni lo otro. Reconozco que si bien me atraía la reedición de la final de la temporada pasada con los Lakers como equipo sediento de venganza deportiva, ver a sus dos grandes estrellas enfrente no me seducía un ápice. Cierto es que son las dos mejores individualidades de la NBA, pero la simplificación de toda una final a un duelo entre dos me resultaba ya cargante antes de empezar, simplista a la vez que injusta en un juego tan diverso, colectivo y lleno de matices como el baloncesto. Por no entrar en la sublimación que traía consigo del star-system, peligroso método tan querido en aquellas latitudes y en el que insisten hasta la exasperación a pesar de que desde hace unos cuantos años al final siempre ganan equipos basados en esfuerzos colectivos, y no en heroicidades individuales (ver Celtics, Spurs o los Pistons que terminaron con el dúo Shaq-Kobe). Por eso celebro la llegada de Orlando. Pero no sólo por haber evitado el empacho de individualidad que se preveía. Los Magic han jugado de lujo. Y, además, bonito.
Ante la unidireccionalidad de los Cavaliers de LeBron, siempre con la misma canción, Orlando salió triunfante con formas diversas de hacer daño al rival, defensa solidaria, una batería de extraordinarios tiradores y el angelito Howard haciendo destrozos por dentro. Como les ocurre a los Lakers, son proclives a sufrir cortocircuitos colectivos, por lo que es probable que nos espere una serie algo esquizofrénica. Salvo para entrenadores cuadriculados, una bendición. ¿Qué harán los Lakers? ¿2x1 a Howard con el riesgo de que les frían desde fuera o dejar que Pau o Bynum se las arreglen solos? ¿Conseguirá Pau tirar más de 10 veces por partido? ¿Volverán a echar de menos a un base? ¿Mantendrán la demoledora versión del sexto partido ante Denver? ¿Qué hará Orlando? ¿Acusarán su inexperiencia? ¿Cómo van a parar a Bryant? ¿Aprovecharán la ventaja de Lewis sobre Gasol a ocho metros del aro? Podríamos seguir, pero dejemos que el primer encuentro coloque un punto de partida a esta apasionante serie. Mucho mejor que un simple Kobe frente a LeBron.
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