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Reportaje:El Real Madrid afronta otro ciclo

Solitario con estilo

Una de las máximas del hasta ahora técnico del Villarreal es que se entrena "con el balón, no contra el balón"

"El fútbol es una combinación de personalidad, gusto, exigencia, liderazgo...". Manuel Pellegrini (Santiago de Chile, 1953) es un brillante teórico con una trayectoria práctica de más de 20 años: entrenó en Chile, Ecuador y Argentina antes de triunfar en el Villarreal. Sus convicciones futbolísticas son muy sólidas: dar prioridad al balón, cometer pocas faltas, jugar en campo contrario, elegir a jugadores técnicos...

Pellegrini se gana el compromiso del grupo con una manera de sentir, de entrenar y de jugar. En los momentos de duda, redobla la apuesta. Recién llegado a El Madrigal, ganó tres puntos de 15. La prensa afiló sus prejuicios. Los técnicos suramericanos fracasan en Europa, dictaminó. "Siempre con dos delanteros y tirados adelante para ganar. Moriré con las botas puestas", replicó.

En su día, se cargó a Riquelme y se apoyó en los "líderes positivos" del vestuario
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Como central, jugó 451 partidos en el Universidad de Chile y marcó un gol. Lo más difícil para Pellegrini son las relaciones humanas con los jugadores. Su porte aristocrático parece alejarle del grupo, pero en los últimos años ha logrado aumentar la empatía con el vestuario. En los momentos de dificultad, se apoyó en lo que llamó "líderes positivos: Senna, Pirès, Venta...". Y se cargó a Riquelme después de que su notable rendimiento deportivo ya no compensara sus caprichos desestabilizadores.

En los cinco años en el Villarreal, reconstruyó el equipo dos veces: cuando se marchó Forlán y cuando echó a Riquelme, ojito derecho del presidente, Fernando Roig. "Es un ganador", le define José Manuel Llaneza, dirigente del club. "Perder duele cada vez más. Sobre todo, al despertar al día siguiente", reconoce el técnico.

Le importa la estética. "El público va a ver a jugadores que hacen cosas diferentes con la pelota". Y coincide con el ideario que expuso César Luis Menotti en el libro Fútbol sin trampa. "Es la forma correcta de enfocar la profesión". Sus equipos acaban embalados la temporada. Lo atribuye a que entrena a sus jugadores "con el balón, no contra el balón". "No hay espíritu que aguante correr detrás de la pelota". Y tiene una debilidad: los partidillos en campo reducido en los que los laterales puedan picar [esprintar] 20 veces".

Pellegrini es un solitario al que le gustaba perderse en una playa de Benicàssim para leer un buen libro tumbado en la arena. O apuntarse a un curso de pintura o de alemán con tal de mantener activa la mente. La presión mediática era mínima en El Madrigal. Ahora le espera un huracán informativo. Y el reto de devolver el estilo al Bernabéu.

Manuel Pellegrini.
Manuel Pellegrini.CLAUDIO ÁLVAREZ

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