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Reportaje:ARTE | Exposiciones

La fotografía y los vericuetos del documento

El festival PhotoEspaña despliega en 72 exposiciones una serie de reflexiones en torno al tema de lo cotidiano

Bajo la premisa y el título de Lo cotidiano se presenta una nueva edición de PhotoEspaña. No le hubiera venido mal a un enunciado temático tan genérico un subtítulo que acotara y orientara la indagación sobre una cuestión que prácticamente viene a fundirse y confundirse con la propia naturaleza del medio fotográfico. Es tal la relación intrínseca que mantiene la fotografía con lo cotidiano, dada su condición esencialmente temporal y documental, que dicha falta de delimitación o de toma de postura corre el riesgo de provocar la disolución del tema propuesto en el aún más genérico recurso al problema de la relación entre fotografía y realidad. Y cuando esto ocurre, lo que termina apareciendo de un modo casi inevitable son aspectos como la condición documental, la construcción de la experiencia, la percepción, la tensión entre la instrumentalidad y la autonomía de la fotografía. De hecho, el programa de exposiciones de este año en torno a Lo cotidiano viene a funcionar como un recorrido por diversos momentos y prácticas que cubren un amplio abanico tanto temporal como artístico. Un acercamiento con un fuerte acento de revisión histórica que consigue aproximarse con mejores resultados al intento por definir "una cultura particular para lo fotográfico en sus formas de representar y analizar lo real", que al objetivo de "reflexionar sobre tendencias recientes en la cultura y las artes visuales contemporáneas, en particular un renovado interés por imágenes que reproducen y reconfiguran la vida cotidiana", citando las palabras del comisario en su declaración de intenciones para esta edición del festival.

El tema de lo cotidiano pierde especificidad y se diluye en el marco de los estilos documentales
El programa de este año coge fuerza y mejora considerablemente el nivel respecto al año anterior

La elección del tema es realmente un acierto, el acercamiento a un aspecto que reviste interés, tiene actualidad y encuentra un anclaje perfecto en el campo fotográfico. De hecho, en los últimos años ha recobrado protagonismo y se ha venido actualizando una vía de reflexión en torno a lo cotidiano que tiene su eje en los análisis realizados hace ya algunas décadas por autores como Henri Lefebvre, Guy Debord o Michel de Certeau, una herencia que ha reactivado la exploración crítica de los espacios de resistencia e "invención" que ofrece la esfera de la vida cotidiana. Pero recorriendo el programa de exposiciones se observa que la aproximación a lo cotidiano tiende a perder especificidad y a diluirse preferentemente en el marco global de la problemática relativa a los estilos documentales dentro de la cultura fotográfica, perdiendo así una oportunidad perfecta para la revisión o la presentación de las prácticas más actuales. No obstante esta condición, nos encontramos ante un programa que coge fuerza y mejora considerablemente el nivel respecto al año anterior. Un conjunto de exposiciones destacadas e interesantes que si bien no contribuirán a ilustrar con demasiada eficacia el tema propuesto acerca de Lo cotidiano pueden ofrecer como contrapartida interesantes reflexiones cruzadas sobre la naturaleza de la fotografía, sobre la evolución de los usos documentales, sobre el encuentro entre el estilo documental y el conceptual, sobre el archivo o sobre lo que supuso la entrada en arte del medio fotográfico a finales de los setenta. Es especialmente interesante en relación con este último aspecto la inclusión en la programación de propuestas que se sitúan en la periferia de lo fotográfico que implican importantes vías de reflexión y trabajo para el medio. Así ocurre con la exposición dedicada a Gerhard Richter, Fotografías pintadas, que reúne más de trescientas obras de esta amplia serie iniciada en 1989 y que llega hasta la actualidad. La condición de las imágenes utilizadas es determinante, se trata de instantáneas, fotografías amateur, copias ordinarias de laboratorio y de pequeño formato, sobre las que Richter aplica una capa de pintura al óleo, en la mayor parte de las ocasiones frotando o colocando directamente la fotografía sobre la pintura. Un cruce entre dos medios que no se reduce sólo a la tensión entre soporte, color, material o procedimiento, sino que se extiende hacia una problematización de aquello que conforma la realidad de la imagen y nuestra percepción. Lo real contenido en estas fotografías se ve sometido a un proceso de interferencia, de ocultamiento/desvelamiento que construye nuevos significados y transforma radicalmente la naturaleza de unas imágenes privadas y ordinarias. También mantiene relación con el medio pictórico el excelente trabajo de Patrick Faigenbaum, de quien se presenta una retrospectiva sobre sus últimos veinte años de trayectoria. El encuentro de la práctica documental con la tradición pictórica abrió una de las vías más interesantes para la reformulación de las prácticas representacionales, renovación dentro de la cual Faigenbaum ocupa una destacada posición. Sus obras establecen una estrecha vinculación entre la composición de la imagen y su capacidad para la construcción de un comentario social efectivo. En este sentido, hay dos cuestiones que centran en buena medida la reflexión sobre la viabilidad hoy de las prácticas documentales. Una de ellas se refiere a la pregunta acerca de los auténticos protagonistas de lo social: sobre el sujeto de la historia y sobre la verdadera naturaleza del acontecimiento. El otro se refiere a las estrategias que afectan al régimen estético desde el que se puede construir el documental. Ambos elementos están presentes tanto en las obras de Faigenbaum, como en otras dos interesantes propuestas que se presentan en esta edición. Se trata de las exposiciones de Mauro Restiffe y el proyecto de Walid Raad, The Atlas Group (1998-2004). Mauro Restiffe entra perfectamente en ese grupo de autores que se plantean la renovación del documental especialmente desde el cuestionamiento del acontecimiento. Sus imágenes realizadas durante las tomas de posesión de los presidentes de Brasil, Lula da Silva, y de Estados Unidos, Obama, ofrecen una atmósfera que pone en duda tanto la naturaleza del acontecimiento mediático como la posible identificación de los verdaderos protagonistas del evento. El tratamiento formal de sus fotografías, realizadas en blanco y negro, acentúan ese interés por encontrar nuevas herramientas de legitimación para la práctica documental. Por su parte, el proyecto The Atlas Group ofrece un extenso trabajo de rememoración y ficcionalización del archivo y sus imágenes con el fin de abordar la historia reciente del Líbano, y en especial la guerra civil entre 1975 y 1990. A través de una amplia gama de documentos, cuyo estatuto de autenticidad es inestable e incierto, Walid Raad interroga la historia y la representatividad de los acontecimientos narrados, poniendo en duda las pruebas de que se suele disponer para la reconstrucción y el análisis de los conflictos. El asunto final reside en cómo restituir realidades que permanecen inaccesibles o invisibles.

También el archivo protagoniza la exposición que recupera un trabajo fundamental y ya de referencia realizado por Larry Sultan y Mike Mandel en 1977. Se trata de Evidence, un proyecto en el que recopilaron un grupo de imágenes procedentes de los archivos de diversas entidades y organismos. Un trabajo pionero y relevante desde el que se abordaban múltiples cuestiones, desde la autoría y la objetividad de la imagen a la importancia del contexto de lectura en una fotografía, pasando por la inestabilidad del significado.

Operaciones como la apropiación o la experimentación con la fotografía como instrumento y fuente de información, protagonizaron un periodo fundamental para la transformación del medio fotográfico como fue la década de los años setenta. A ella se dedica la exposición colectiva Años 70. Fotografía y vida cotidiana. Una muestra que permite visualizar con claridad la oposición entre diferentes concepciones de lo fotográfico, sus herramientas, sus procedimientos y sus resultados. Una propuesta en la que resulta más interesante revisar una serie de destacados trabajos que procedieron a replantear nuestra experiencia y percepción de la realidad (Allan Sekula, Victor Burgin, Boltanski, H. P. Feldman, Karen Knorr, Sophie Calle) que volver sobre las claves de un estilo documental que por contraste aparece en claro proceso de agotamiento y retirada. En paralelo, la exposición dedicada a Ugo Mulas muestra también la naturaleza de dicha deriva, en este caso siguiendo la trayectoria de un autor que recorre el camino que lleva desde una inicial clave neorrealista (bastante atípica, por otra parte) hasta una reflexión última, a través de sus "verificaciones", sobre la naturaleza y la condición de la fotografía misma.

Destaca también la interesante presencia de Sara Ramo, sin duda el trabajo que mejor se ajusta y responde en esta edición al objetivo de revisar las posibilidades que ofrece la vida cotidiana como territorio crítico y de investigación.

Y por último, es obligado hacer referencia también a tres exposiciones que sin duda concitarán el interés de un amplio público: un clásico entre los clásicos, Dorothea Lange; una de las fotógrafas más mediáticas del momento, Annie Leibovitz, y la que corresponde a uno de los fotógrafos más "atractivos" de la realidad surgida tras la caída de la Unión Soviética, Sergey Bratkov.

PhotoEspaña 2009. Madrid. Del 3 de junio al 26 de julio. Varias sedes. www.phe.es

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