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Reportaje:

Un arquitecto recuperado

El Conde Duque muestra el trabajo de Isidro González Velázquez, autor del Obelisco del Dos de Mayo y del Senado

Isidro González Velázquez, uno de los arquitectos de más fuste en el Madrid a horcajadas entre los siglos XVIII y XIX, sale desde ayer de un olvido en el que su figura se hallaba sumergida. Permaneció arrumbado durante décadas, pese a haber sido precisamente él quien erigiera uno de los hitos más sustantivamente propios de cuantos Madrid alberga: el Obelisco a los héroes del Dos de Mayo, en la plaza de la Lealtad. También ideó el palacio del Senado o la Casita del Labrador, en Aranjuez.

Su obelisco es aún hoy canon de serena armonía que el discurrir de la historia ha convertido en emblema de un ideal patriótico civil a salvo de la erosión del tiempo y de las rapiñas ideológicas. Así, el gran hito, 150 años después de su erección, pudo integrar con plena naturalidad, en 1985, una llama votiva que tributa recuerdo perenne a todas y todos cuantos dieron su vida por una España mejor.

El Conde Duque, centro municipal de la Concejalía de las Artes, dedica a Isidro González Velázquez una exposición desplegada en 13 espacios que abarcan desde su entorno familiar, con el retrato que le hiciera Vicente López y otros de sus padres y hermanos, hasta su formación en Roma; su exilio en Mallorca durante la ocupación napoleónica, por él detestada; sus principales proyectos culminados, como el del palacio de doña María de Aragón, actual Senado, en la plaza de la Marina Española; y los planes no consumados, desde su visionaria propuesta para columnar la plaza de Oriente en una verdadera orgía neoclásica a base de fustes dóricos -que un vídeo mostrado en la exposición ha recreado con belleza y desenvoltura-. La sala incluye asimismo el ahora desaparecido Real Canal del Manzanares, amén del Reservado del Retiro, un área del noreste del parque mimada con caprichos de los que hoy quedan vestigios en la Casita del Pescador o la fuente llamada La tripona, junto al Estanque Grande, divertimentos de la Corte fernandina cuando aún no eran disfrutados por el pueblo de Madrid.

Isidro había nacido en 1765 en la calle del Lobo, hoy Echegaray, en el seno de una familia con solera de cuatro generaciones de artistas, pintores y escultores de nombres señeros del arte español como Antonio, Zacarías o Castor. Isidro mostró precocidad asombrosa: a la edad de 12 años llegó a las puertas de la Academia de San Fernando. Juan de Villanueva, culmen de la arquitectura neoclásica, fue su mentor y en su estudio le enseñó los arcanos de su oficio, amén de instarle a formarse en Roma con una pensión extraordinaria, de las sufragadas directamente por la Corona, para la cual Isidro Velázquez acabaría trabajando como arquitecto mayor, absolutista confeso.

Proclividades ideológicas aparte, González Velázquez reunió muchas de las cualidades que determinan al artista perfecto: buen oficio, heredado de una saga de artistas; buena formación, a los pechos del impar Juan de Villanueva; amplia sensibilidad cosmopolita, adquirida durante su estadía en la Roma finisecular; y un nudo de relaciones sociales -estuvo emparentado con Maella y Aguado, dos grandes artistas de la época- al amparo de la Corte fernandina. La

riqueza de la exposición, conseguida mediante el cabal entrelazamiento de los ejes cronológicos, temáticos y estéticos por donde fluye su relato, es el resultado de un proceso documental enjundioso regido por el historiador y arquitecto Pedro Moleón, que ha empeñado dos años para obtener la panorámica plena de la obra del gran alarife. Acompaña la muestra un libro, financiado por Caja Madrid, con textos de Javier Ortega, catedrático de Dibujo en la Escuela de Arquitectura, que da fe de la calidad de Velázquez como soberbio dibujante; del historiador Francisco Marín, que describe el canal del Manzanares, o José Luis Sancho, que estudia sus propuestas ornamentales en Aranjuez, inexistentes en su maestro Villanueva, lo cual permite incluir a González Velázquez entre los clasicistas precursores del Romanticismo. Murió en 1840.

Isidro Velázquez, arquitecto del Madrid fernandino. De 10.00 a 21.00. Domingos, sólo mañanas. Lunes cerrado. Acceso gratis. Conde Duque, 9.

Recreación virtual de la plaza de Oriente según los planes de Isidro Velázquez.
Recreación virtual de la plaza de Oriente según los planes de Isidro Velázquez.

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