Mil dudas sobre el uranio
Las nuevas explotaciones en España provocan recelo entre la población
Uranio. Seis letras que para algunos componen una amenaza y para otros una oportunidad. La minería de este metal ha convivido con la sociedad española desde los tiempos en los que el NODO exhibía en la televisión esta industria como un ejemplo de modernidad en la España del desarrollismo. Pasados los años, la recuperación del discurso nuclear y el fuerte aumento del precio de este mineral han provocado que una nueva fiebre del uranio (en España hay 70 zonas con posibilidades de explotación) recorra el país. Así, se ha vuelto a hablar de una minería que se abandonó en nuestras tierras en 2000, cuando se cerró la explotación de Saelices el Chico (Salamanca).
Dos multinacionales, la australiana Berkeley Resources y la canadiense Mawson Resources, tienen diversos proyectos en Salamanca, Extremadura y Guadalajara. En esta última, por cierto, la Junta de Castilla-La Mancha ha denegado a Berkeley los permisos de investigación para la explotación de Mazarete por "riesgos medioambientales", afirman los ecologistas.
Dos multinacionales han puesto en marcha varios proyectos
La minería del uranio se abandonó en España en el año 2000
En la provincia salmantina, Enusa (la empresa pública encargada de suministrar el uranio a las centrales nucleares españolas) y Berkeley tienen diferentes acuerdos que permiten a la australiana analizar distintos yacimientos próximos a la comarca de Ciudad Rodrigo. Por ejemplo, Salamanca I, que suma los depósitos de Retortillo, Santidad y Zona 7 y ocupa 280.000 hectáreas. La compañía cree que podría producir 12,1 millones de libras (unas 6.000 toneladas) en los próximos 10 años a un coste de 25 dólares por libra (0,454 kilos).
El otro yacimiento, Salamanca II, se extiende entre Ciudad Rodrigo y la frontera portuguesa e incluye Mina Fe. De hecho, el pasado jueves se firmaba el acuerdo entre Enusa y Berkeley para su futura explotación. Según revela la compañía estatal, Berkeley abonará a Enusa cinco millones de euros por la información sobre su dominio minero (incluye la base de datos histórica de la mina) y si tras los estudios de viabilidad se iniciara la explotación, deberá pagar otros 20 millones adicionales. Finalmente, si los números cuadraran y producir uranio fuera rentable (algo de lo que dudan en el sector), se crearía una joint venture en la que Berkeley tendría el 90%, y Enusa, el 10%.
Fuentes de la Administración aseguran que la propiedad del uranio seguirá en manos del Estado. Otra cosa distinta es que asuma el papel de exportador, pues España tiene las segundas mayores reservas de Europa. A día de hoy, al no tener producción propia, Enusa tiene que comprar, paradójicamente, el uranio a Canadá, Australia o Níger. Unas 1.500 toneladas al año.
En Extremadura, los intereses de ambas multinacionales se solapan. Mawson tenía a finales de 2008 (según informa su web) dos permisos de investigación -suelen ser por tres años- que cubren tres áreas: Corredor de la Guarda, Las Cruces-Manantial y La Haba (mina a cielo abierto de Don Benito).
En lo que la compañía canadiense denomina Proyecto de La Haba se estima que aún quedan 5,2 millones de libras de uranio sin explotar, las cuales valdrían a precios de mercado (51 dólares la libra, a cierre del martes) unos 265 millones de dólares (194 millones de euros).
Por su parte, Berkeley en tierras extremeñas tiene permisos para investigar en los emplazamientos de Quejigo, Olmos y Almendro, a los que se suman los de Gata y Hurdes, en el noreste de Cáceres. En total, la empresa canadiense lleva invertidos 17 millones en España en la exploración de yacimientos.
Pero los números, como en casi todo lo que tiene que ver con lo nuclear, chocan con la percepción social. "Somos reacios, como es normal, a que haya ningún tipo de explotación. A ojos de la gente del pueblo no es bueno este tipo de minas. Pero sí nos parece interesante saber qué cantidad de material hay en la zona", puntualiza Juan Pedro Rodríguez, alcalde socialista de La Haba. Por su parte, Manuel José Hernández, regidor por el Partido Popular en Villares de Yeltes, un pequeño pueblo (136 habitantes) de Salamanca en el que Berkeley lleva dos años elaborando estudios, reconoce "que ha habido opiniones de todo tipo. Pero si trae empleo a una zona tan deprimida como la nuestra, no sería mal visto".
Menos margen a la duda dan los ecologistas. "Tanto interés responde a un afán especulativo de las compañías. Creen que el precio del uranio subirá con fuerza a medio plazo porque, con los precios actuales, las explotaciones en España no se justifican", puntualiza Francisco Castejón, de Ecologistas en Acción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.