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VUELTA RÁPIDA | Gran Premio de Francia
Columna
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Una simple 'p', de preparados

La carrera de ayer en Le Mans sirve para darse cuenta de cuán diferente es el Mundial de MotoGP del de fórmula 1, más allá de que uno se dispute en coche y otro en moto.

Por una vez, el factor estratégico tomó la delantera y decidió la prueba, como ocurre en la fórmula 1, pero con un matiz muy importante. Afortunadamente para los aficionados al motociclismo, la decisión de entrar en los boxes a cambiar de moto (la carrera había sido declarada en mojado) aún es exclusiva de los pilotos, aunque es cierto que, desde el muro, los equipos tratan de informar a los motociclistas de cuál es el mejor momento para hacerlo.

Mientras en la fórmula 1 la decisión se toma en el garaje, donde el equipo de ingenieros tiene acceso a la información de los rivales, y luego se comunica por radio a los pilotos, en el motociclismo los pilotos son los que tienen la potestad absoluta acerca de cuándo enfilar los talleres, puesto que son ellos los que están subidos a la moto y los que sienten todo aquello que les transmite.

En el motociclismo, a diferencia de la F-1, los pilotos tienen la potestad de decidir cuándo ir al taller
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En ese sentido, el mejor mensaje que podrían colocar los equipos en las pizarras colocadas en la recta de meta sería una simple p, con la que informarían a su piloto de que están preparados para cuando él decida entrar. Cuando uno circula subido a un aparato de tanta velocidad y de tanta potencia, que va equipado con neumáticos rayados y la pista está como estaba ayer, medio seca, medio húmeda, debe pensar mucho cuándo colocar las gomas lisas.

Cuando lo hace, el feeling (las sensaciones) cambia por completo porque la pista está fría, igual que los neumáticos, y es necesario un periodo de adaptación que puede durar algunas vueltas antes de volver a coger un buen ritmo. Al principio, el tacto es muy distinto y hay que ir con los pies de plomo para no caerse como le sucedió ayer a Valentino Rossi.

Dani Pedrosa y él fueron los dos que entraron antes al garaje, pero, en su caso, no fue una cuestión estratégica y sí de confianza.

Ni el piloto italiano ni el español circulaban cómodos. Estaban perdiendo demasiado tiempo respecto a Jorge Lorenzo y se estaban quedando retrasados. Así que optaron por probar algo distinto y ver si les iba mejor. Mientras en el caso de Pedrosa el cambio acabó siendo positivo (terminó subiendo al podio), en el de Rossi arruinó su carrera, ya que se cayó nada más cambiar de moto.

Y si Lorenzo no entró antes al box fue porque se sentía a gusto, tranquilo. En ningún momento se le vio apurado. Es más, marchaba muy cómodo, imponiendo su ritmo. Por eso aguantó rodando a esa velocidad. Sin embargo, más allá de la maniobra del cambio de moto, la victoria de Jorge comenzó a construirse el viernes, durante las primeras sesiones de entrenamiento, y se consolidó el sábado.

En las tres sesiones de entrenamientos, Lorenzo fue de los pilotos más rápidos. Eso dio sus frutos cuando llegó el momento de la carrera. Rossi, en cambio, no asomó la cabeza en ninguno de los ensayos. Eso tuvo su eco en la carrera.

En este deporte no hay milagros y, aunque Valentino utilizó una puesta a punto con elementos suyos y otros espiados de Lorenzo, es difícil sacar para adelante una carrera en estas circunstancias, con tantos elementos en juego.

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