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Reportaje:ESCAPADAS

Por la calle de Bruce Lee

Emir Kusturica ha levantado un pueblo del cine en la montaña serbia. Mecavnik es decorado, parque temático y museo de arquitectura tradicional, todo en uno

Use Lahoz

Amantes del cine, y en especial de la película de 1985 Papá está en viaje de negocios; entusiastas de la comedia y de lo quimérico (en los límites del despropósito): atención, porque les damos la bienvenida al Hollywood de los Balcanes. Esto es Mecavnik (en serbio, tempestad), el lugar donde se alza el refugio de Emir Kusturica, una república independiente en las montañas de Mokra Gora, región serbia en la frontera con Bosnia, un espacio destinado al ocio y a la creatividad en el que la palabra glamour se lee del revés.

Como el cine de su ideólogo, Mecavnik es un lugar muy dado a provocar reacciones extremas y más próximo a un milagro temático que a un parque. Irreverente y peculiar. Unos lo conocen por Mecavnik (el espacio), y otros, como Drvengrad (en serbio, ciudad de madera). Tiene su carga emocional en los numerosos nombres de calles que homenajean a maestros que van de Luis Buñuel a Federico Fellini y porque, además, frente a la murmuración turística, trata de imponer la metodología o incluso una mayor naturalidad en los bares, en la escuela de cine o en los festivales de música que alberga.

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Pero vayamos por partes.

La construcción de Drvengrad comenzó en 2002, año en el que tuvo inicio el rodaje de La vida es un milagro. Buscando localizaciones apareció Mecavnik, espacio perdido en las montañas de Serbia. El terreno está situado en lo alto de una colina. No había nada. Fue adquirido por Emir Kusturica (Sarajevo, 1954) con la intención de establecer el campo base del rodaje de dicha película. Resulta que se encontró a gusto. Cada vez más. Primero se construyó una casa; luego, un cine; después, una escuela audiovisual..., y ahora es su territorio.

Lo primero que llama la atención del viajero al llegar a Drvengrad es que hay que pagar entrada. 170 dinares serbios (2 euros). No se sabe si bajo esta condición late una mofa de los parques temáticos o una burla al propio visitante. Al respecto existen opiniones contrariadas. Desde que entra, el visitante percibe la ambigüedad de ese universo. Para el actor Lucas Fuica, que fue cámara y segundo ayudante de dirección de la última película de Emir Kusturica, el documental Maradona por Kusturica (un apasionado retrato de la leyenda del fútbol argentino que se estrenará en breve), Mecavnik es "un lugar revolucionario, porque estaba muerto y cada vez mueve a más gente; además, proporciona mucho trabajo. Es el proyecto de un idealista". Fuica habitó en Drvengrad cinco meses y convivió con Kusturica por medio mundo durante todo el rodaje, desde 2005 hasta 2008. Su lugar preferido de Mecavnik "se halla 600 metros más arriba, donde Emir ha creado dos pistas de esquí y dos hoteles, concretamente entre Mecavnik y las pistas, donde se rodó Promise me this. Allí se construyeron decorados y ése es mi sitio, medio abandonado, entre tramoyas. Durante el rodaje nos retirábamos allí, porque la calma es total y el otoño, rojísimo".

Aprovechando lo singular del entorno, la firme belleza de las montañas de la región de Mokra Gora, y adivinando un indicio de negocio, Kusturica comenzó a construir junto a su casa otros edificios, como la biblioteca Ivo Andric, la iglesia ST Sava, la candy shop (tienda de chuches) Kod Korana o el hotel Mecavnik. Todo bajo el mandato de la madera. Reconocido defensor de la cultura serbia, lo que sí ha pretendido el director es preservar la arquitectura autóctona tradicional. Tanta uniformidad arquitectónica le valió el premio de arquitectura Philippe Rothier. Gran parte de las construcciones fue reciclada, existía en pueblos tradicionales y se restauró. Ese rasgo dota a Drvengrad de un semblante de segunda mano muy agradable. Y es que este proyecto, que mezcla la ciudadela étnica con celuloide, no pasa desapercibido.

Con los colegas

Algún visitante se sorprende de ver a Kusturica saliendo de la galería de arte Makola riendo con dos colegas o hablando por el móvil en la calle de Novan Djokovic. Saluda a conocidos y parece disfrutar de ver su pueblo lleno de gente. Como indica Fuica, "los amigos de Emir Kusturica son montañeros, guardas del parque natural, hombres rudos con los que costó integrarse pero muy simpáticos, como el mismo Emir".

Y es que el día a día de Drvengrad se va haciendo a sí mismo sin perder de vista la espontaneidad. Paseando por el teatro Stanley Kubric, justo enfrente del cine Underground, entre los coches que decoran la calle de Bruce Lee y que son reliquias que aparecieron en películas como Gato negro, gato blanco o La vida es un milagro, el viajero llega a entender que se halla dando vueltas por una región autónoma, a medio camino entre lo real y lo imaginario. Un hecho que se constata definitivamente al sentarse a tomar algo. Todo lo que encontramos en la carta del restaurante Lotika es comida serbia. Ni rastro de Sprite, Fanta o Coca-Cola. Aquí se reivindican los productos de casa. Sólo zumos naturales y, evidentemente, rajika, el aguardiente serbio "hecho a mano", que se suele tomar antes de las comidas, lo que no es muy recomendable. Es simpática la botella de zumo de mora Bio Revolution, hecho con ingredientes naturales, sin conservantes, embotellado en un recipiente que pone a la vista la cara de Kusturica como si fuera el Che Guevara. Eso sí, siempre sentados en mesas grandes, para favorecer la interrelación entre viajeros.

Uno de los grandes atractivos de Drvengrad es su empeño en la promoción del cine. En enero se falló el premio del festival de cortos europeos Kustendorf. El ganador de esta edición fue el francés Jean Françoise Rouzé con el corto 5 segundos. Este joven de 24 años, afincado en Madrid desde los 9, recibió el galardón de manos de Emir Kusturica y cuenta que "lo más impactante de Mecavnik y del festival es que no existen cordones; no hay diferencias entre el público y los vips... ¡En la cena me tocó junto a Jim Jarmusch! Todo es muy natural; además, a los seleccionados para la final, el propio Kusturica les revisa el guión".

Que cómo puede ser... Pues porque así es Drvengrad, un lugar en el que no hay alfombra roja, pero en el que puede pasar de todo.

» Use Lahoz (Barcelona, 1976) es autor de la novela Los Baldrichs (Alfaguara, 2009).

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Guía

Cómo llegar

» Mecavnik se encuentra al oeste de Serbia, en las montañas de Zlatibor y Tara, a unos 250 kilómetros en coche al suroeste de Belgrado.

» Czech Airlines (www.czechairlines.com) vuela con una escala a Belgrado, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 283,39 euros.

» Lufthansa (www.lufthansa.es), ida y vuelta a Belgrado (una escala), por ejemplo desde Madrid, desde 315.

» Alitalia (www.alitalia.es) vuela a Belgrado con una escala, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 418,32.

La Visita

» Mecavnik-Drvengrad (00381 31 80 06 86; www.mecavnik.info). Mokra Gora (Serbia). Alojarse en Mecavnik cuesta a partir de 70 euros la habitación doble (incluido cena y desayuno para dos personas). Hay habitaciones de hotel, pero también apartamentos y cabañas.

» Información sobre el festival de cine: http://kustendorf-filmandmusicfestival.org

Información

» Oficina de Turismo de Serbia (www.visitserbia.org; 00381 214 72 40 88)

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Sobre la firma

Use Lahoz
Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela

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