Himno en el descanso
Ninguno de los grandes equipos de la historia -la selección húngara de 1954, la brasileña del 70, el Madrid de Di Stéfano, el Milan de Sacchi- ha desplegado un fútbol tan brillante como este Barça de Guardiola que hace dos días logró su primer título tras derrotar al Athletic en la final de Mestalla. Cada uno de los finalistas jugó sus cartas y ganó el que las tenía mejores. Pero no puede decirse que el duelo fuera entre fútbol de cantera y fútbol de chequera, porque en este Barça de Valdés, Pujol, Piqué, Busquets, Iniesta, Bojan, Xavi y Messi hay mayoría de futbolistas formados en la Masía.
El Athletic no estuvo a la altura esperada, pero cayó con honor y sus seguidores reconocieron con deportividad la superioridad del rival; incluso se sumaron a la ovación con que los suyos despidieron a Xavi cuando fue sustituido; y Xavi reconoció esa deportividad al dar la vuelta de honor con una bandera rojiblanca. Los escasos gestos antideportivos de la noche (el corte de mangas de Touré, el latazo contra Alves) fueron corregidos sobre la marcha: Eto'o pidió perdón a la grada y seguidores bilbaínos entregaron al latoso a la policía.
También hubo una pancarta en inglés que proclamaba "Somos naciones de Europa. Adiós España". Pues adiós, pero entre el 60% y el 70% de los vascos y de los catalanes consideran compatible su identidad como tales y la compartida como ciudadanos españoles. Por eso resulta algo artificioso el empeño autoafirmativo de silbar el himno de España. Un nacionalismo maduro no tendría por qué ofender a los que no comparten su fe. Pero el exceso de celo de algún responsable de TVE al no dar las imágenes del abucheo contra el himno al entrar el Rey, y el intento de rectificación al emitirlo en el descanso, resultó ligeramente ridículo.
A comienzos del pasado siglo se celebró en Bilbao una manifestación de carlistas y nacionalistas en defensa de la religión católica. Indalecio Prieto protestó de que El Liberal, principal periódico de la izquierda local, no informase del hecho: podrían ustedes haber dicho, si lo deseaban, que quienes desfilaron eran la clerigalla y toda la carcundia del país, pero no ignorar la realidad, vino a decirles el futuro ministro de Obras Públicas de la República.
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