El Valencia golea a placer
El equipo de Emery vence en Mestalla a un apático Madrid y el Barça será hoy campeón si gana al Villarreal
Mestalla vivió una de las jornadas más plácidas del campeonato. No se recordaba en el recinto valenciano una victoria tanta cómoda ante el Madrid, rival competitivo por excelencia. No fue ayer el caso. El conjunto de Juande llegó entregado al partido -sin motivación, sin intensidad, sin orgullo- y se marchó de la misma manera. El Valencia, en cambio, tiró de la profesionalidad de Marchena y Baraja para apuntalar el partido. Y de los tres de siempre -Silva, Mata y Villa- para decidirlo. Rendido el Madrid, el Barcelona tiene hoy el camino despejado para proclamarse, sin dilatarlo más, campeón de Liga.
El mérito del Valencia consiste, sobre todo, en saber de dónde viene. De superar una crisis colosal a principio de año. Y ha llegado a la fase final del torneo muy fino, convencido de pelear la Champions hasta el último suspiro. Depende de sí mismo, aunque ahora visite el Calderón sin Silva ni Marchena, sancionados.
VALENCIA 3 - REAL MADRID 0
Valencia: César; Miguel, Albiol, Maduro, Alexis; Joaquín (Pablo Hernández, m. 63), Marchena, Baraja, Mata (Vicente, m. 77); Silva (Míchel, m. 55) y Villa. No utilizados: Renan; Moretti, Edu y Morientes.
Real Madrid: Casillas; Ramos, Cannavaro, Metzelder, Heinze; Robben, Gago, Javi García (Van der Vaart, m. 58), Marcelo (Drenthe, m. 83); Higuaín y Raúl. No utilizados: Dudek; Salgado, Torres, Parejo y Huntelaar.
Goles: 1-0. M. 28. Mata sienta a Cannavaro y bate a Casillas. 2-0. M. 31. Tiro de Silva desde la esquina del área que se traga Casillas. 3-0. M. 67. Baraja, desde fuera del área.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Javi García, Gago, Silva, Alexis, Marchena y Marcelo.
Unos 55.000 espectadores en Mestalla.
El Valencia jugó a placer. Si es que se puede jugar a placer cuando se está dilucidando el futuro económico de la entidad, que pasa por que el equipo se clasifique para la Champions. Pero, sí, dispuso de espacios, de tiempo para pensar y de la calidad para decidir. Así ocurre cuando Silva, Villa y Mata empiezan a construir complicidades. Así ha ocurrido a lo largo de la temporada. Por mucho que las lesiones se hayan cebado con Silva, que ayer volvió a sufrir un pinchazo en los aductores. Un percance más que no le impidió, sin embargo, marcar de un zurdazo raso que se tragó Casillas.
Claro que ayer los delanteros del Valencia pisaron el área visitante con una libertad inaudita. La defensa madridista actuó de manera tan displicente que Juande no paraba de mirar el reloj. Cada minuto pesaba como una hora. A su equipo se le paró el tiempo la semana pasada en el Bernabéu. Casillas comenzó concentradísimo, desviando un cabezazo a bocajarro de Baraja, a lo Gordon Banks, pero acabó contagiado de la desgana general.
El centro del campo fue aún más calamitoso. El caño de Marchena a Gago hacía presagiar lo peor para el conjunto de Juande. En efecto, Marchena y Baraja, esos dos viejos rockeros, pasaron por encima de Gago y Javi García, una pareja tan inédita como mal avenida. Amonestada, además, con una tarjeta amarilla antes de cumplirse la media hora. La ausencia de Lass, el dique que ha sostenido al Madrid en los últimos meses, resultó tan determinante como se preveía. En cuanto a la delantera, Raúl, como ante el Barcelona, no abrió la boca. Y Robben aceleró por primera vez en el minuto 37. Le sacó la tarjeta a Alexis, que le pegó un hachazo infame por detrás.
Por esa banda izquierda del Valencia pulula un chico humilde, Mata, con unos números estelares: 11 goles, 12 pases de gol y 35 partidos de Liga disputados (todos). La semana pasada cumplió 21 años, a los que ha llegado con una madurez extraordinaria. Esa combinación de constante movilidad, precisión en el toque y capacidad de aprendizaje lo han convertido en uno de los grandes de la temporada. Y el premio de Del Bosque en la selección está plenamente justificado.
Con el viento en la cola, Joaquín se unió a la fiesta y se atrevió a encarar y burlar a Heinze, que tenía todas las de perder. Poco después Baraja fue el Baraja de siempre cuando pintó una preciosa pared con Villa que malogró el vallisoletano en el disparo. Fue poco después de que se rompiera definitivamente Silva, que abandonó el campo en medio de una ovación muy cálida.
Juande, por su parte, recurrió a Van der Vaart, a ver si el media punta holandés trataba de limpiar su imagen tras una temporada tan desastrosa. Lo intentó en un trallazo de falta desde 25 metros. El Valencia perdió posesión de la pelota tras la marcha del renqueante Silva. Lo que no evitó que Mestalla disfrutara del golazo de la jornada. Una maravilla técnica a cargo de Baraja. Pablo Hernández, que había suplido a Joaquín, centró hacia atrás desde el extremo derecho. Baraja esperaba en la media luna. El balón llegó lento, muy picado. Y le dio tiempo a Baraja a armar su pierna izquierda y trazar el golpeo perfecto en la volea: con el exterior del pie zurdo. Un pie de oro.
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