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Reportaje:Exhibición azulgrana en el Bernabéu

El final de la autogestión

La marcha de Cannavaro al Juventus cierra una época en el Madrid

Cannavaro se trasladó ayer a Italia, donde pasó la revisión médica para enrolarse en el Juventus en julio. El viaje del primer jugador que fichó Ramón Calderón cuando asumió la presidencia del Madrid, en 2006, simbolizó el final de una época. El capitán de la selección de Italia, balón de oro ese año, fue la bandera del proyecto de Calderón y uno de los líderes del vestuario que hizo de la lucha el único estilo reconocible del Madrid de los últimos tiempos.

Que uno de los futbolistas más disciplinados de la plantilla dedicara la jornada de luto madridista, tras la goleada ante el Barça, a completar los trámites de su transferencia a otro equipo dice mucho de la situación de precariedad en la que se ha sumido el vestuario del Madrid. Los goles azulgrana han desencadenado la desbandada en un grupo que consolidó su unidad a base de luchar contra las continuas crisis institucionales.

Desde 2006, cuando Florentino Pérez dejó la presidencia, la plantilla comenzó a experimentar con la autogestión. La llegada de Calderón acentuó esta tendencia. El presidente resolvió que la mejor manera de distanciarse de su predecesor era reforzando lo que él consideraba "los valores tradicionales del madridismo". Para empezar, reforzó sus contactos con Raúl y Casillas, dos hombres marginales en la época de Pérez. Para escenificar un vínculo que legitimaba su presidencia, cuestionada desde el principio, renovó el contrato de Raúl con carácter vitalicio. Luego, dispensó al capitán el tratamiento de un director deportivo en toda regla. No hizo ni una sola maniobra importante en el mercado sin consultarle. Esta relación, unida al deterioro institucional, convirtió al vestuario en el verdadero motor del club: el mayor centro de poder y una máquina eficaz de competir, si no en la Champions, en la Liga.

Calderón razonó su estrategia deportiva como una reacción a la época de Pérez: "Yo entraba al vestuario y les decía siempre lo mismo: 'Si lucháis, podéis perder. Si no lucháis, estáis perdidos'. Quise recuperar los valores del Madrid de toda la vida. La combatividad, el espíritu de sacrificio, la garra... Todo eso se había perdido en la etapa anterior por esa cultura basada en el vedettismo. La prueba es que durante años el Madrid no ganó la Liga por falta de ese espíritu. Y ahora ha funcionado".

En enero, la dimisión de Calderón puso a prueba algo que, voluntaria o involuntariamente, fue su obra. El vestuario, como un ente autónomo del club, funcionó perfectamente. Los jugadores tenían experiencia en organizarse solos: el final del ciclo de Pérez y los últimos meses con Fabio Capello en el banquillo, cuando el italiano rompió relaciones con la presidencia, habían engrasado la maquinaria. Cuando Juande Ramos, fichado con la intermediación de Raúl, llegó a Valdebebas, sólo tuvo que ajustar detalles para competir al máximo nivel otra vez. Como dice Marcos Álvarez, el ayudante de Juande: "Este vestuario me recuerda al del Sevilla de 2006 porque es muy ganador. Tienen un capitán, como Raúl, que, sin hablar mucho, da el ejemplo en cada entrenamiento porque siempre da el máximo. Por lo que han hecho, se merecen la Cibeles".

Raúl, apesadumbrado en un momento del encuentro contra el Barça.
Raúl, apesadumbrado en un momento del encuentro contra el Barça.ÁLVARO GARCÍA

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