Forlán desactiva la bronca
El Atlético, vilipendiado por su público, se redime ante el Sporting gracias al uruguayo
El Atlético encontró el mejor antídoto posible a su condición casi cadavérica. Se lo dio el Sporting, un rival desesperado, en caída libre. La bondad y la inocencia de los asturianos alivió al Atlético, le devolvió a puestos europeos, aunque fuera a la malquerida Copa de la UEFA, y le dejó vivo, al menos hasta que algún futuro desastre, estilo Racing, vuelva a ponerle de luto. No jugó bien el Atlético, milagros los justos, pero solventó sin apenas un par de rasguños un partido que era un tormento, con el ánimo en contra, con la afición en contra, con su (falta de) fútbol en contra. Con todo en contra menos lo más importante: el Sporting.
Fue pisar los jugadores el césped de la que es su casa y emitir el Calderón un unánime veredicto: culpables. La afición recibió a los suyos como al peor de los enemigos. Semejante asonada tuvo prolongación en muchas fases del partido. Lo mismo daba que el Atlético ganara. Gritos de mercenarios se unían a otros de campeones, la chufla total, cuchillos verbales lanzados contra los otrora ídolos. Es imposible que un equipo no se ahogue en semejante mar de crispación. Ahogado está el Atlético, huérfano de cariño, de autoestima y, sobre todo, de fútbol. Ayer sobrevivió gracias a tres momentos de inspiración de Forlán, definitivamente convertido en el ángel de la guarda de un equipo que ya tenía suficiente capacidad autodestructiva como para que sus aficionados le destruyeran aún más.
ATLÉTICO 3 - SPORTING 1
Atlético: Leo Franco; Heitinga, Perea, Ujfalusi, Antonio López (Pernía, m. 63); Maxi, Assunção, Raúl García (Ignacio Camacho, m. 71), Simão; Agüero y Forlán (Banega, m. 82). No utilizados: Coupet; Pablo, De las Cuevas y Sinama Pongolle.
Sporting: Cuéllar; Sastre, Iván Hernández, Neru, Canella (José Ángel, m. 46); Diego Camacho (Carmelo, m. 58), Míchel; Pedro (Luis Morán, m. 77), Lora, Diego Castro; y Bilic. No utilizados: Lafuente; Jorge, Gerard, Kike Mateo y Maldonado.
Goles: 1-0. M. 27. Lanzamiento lejano de Forlán que rebota en Neru y se cuela. 2-0. M. 40. Simão, de disparo cruzado. 3-0. M. 47. Agüero, tras una asistencia de Forlán. 3-1. M. 48. Bilic, tras un envío de Diego Castro al segundo palo.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Expulsó a Simão por doble amarilla (m. 86). También amonestó a Diego Camacho, Raúl García, Sastre, Assunção, Lora y Luis Morán.
Unos 40.000 espectadores en el Calderón.
Por si acaso, ahí estaba el Sporting para echar una mano. Valiente como es, que ese es el gen que transmite su entrenador, el cuadro asturiano intentó tutear al Atlético desde el primer instante, pero con una inocencia desesperante. Han entrado los de Preciado en una dinámica suicida, acumulando seis derrotas seguidas que le han colocado en el infierno. Y eso pesa. No cree el equipo en sí mismo, luego qué más da que enfrente tenga a un enemigo temblón, impreciso, partido en dos como está el Atlético actual.
Pero hay diferencias entre un enfermo y otro. Muchas además. La principal tiene que ver con los futbolistas que tienen en nómina. Y Forlán es del Atlético. Cuando la grada tronaba porque Leo Franco salió a despejar con el pie y estrelló el balón en el culo de un rival, cuando el Calderón era un insulto colectivo porque una falta al borde del área rival la resolvió el equipo de forma circense, cuando aquello amenazaba incendio, apareció Forlán. Todo nació en una indecencia de pase de Ujfalusi, que lanzó largo rumbo a Neru, jugador rival para más señas, quien no fue capaz de detener el balón, que le golpeó como una pedrada, cayendo a los peores pies posibles, los de Forlán. El uruguayo lanzó a puerta, el balón rozó al todavía sorprendido Neru y se fue dentro. Ya al borde del descanso, Simão esprintó 40 metros y al borde del área buscó un socio. Encontró a Forlán, que le devolvió el balón para que el portugués marcara por bajo. Pero el Calderón apenas festejó un tanto que casi aseguraba la victoria. Como tampoco lo hizo en el tercero. Fue Agüero esta vez quien arrancó y quien encontró al héroe, al tipo que más fútbol tiene y que más alta lleva la cabeza en este equipo, a Forlán, que la tocó para dejar al Kun solo ante Cuéllar, al que superó.
El partido acababa de morir, o eso se suponía. Pero el Sporting se resistió a ello. Y despertó. Bilic empujó un centro de Diego Castro y el moribundo equipo gijonés se puso a soñar. Tarde, muy tarde. Acumuló ocasiones, pero su falta de munición le impidió dañar a un Atlético que salió del partido triunfante, cierto, pero sólo en el marcador. Porque su fútbol volvió a ser invisible y su afición le puso en el paredón. Pero Forlán evitó que zumbaran las balas.
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