"No estamos muy lejos de tocar el fondo"
José Vicente González (Valencia, 1946) acaba de ser reelegido por aclamación en el cargo de presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), al que accedió hace cuatro años e imprimió un rumbo de profesionalidad, transparencia y equidistancia política. Esa solvencia le ha aupado a la cúpula de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), en la que se acaba de estrenar como vocal del comité ejecutivo y presidente de la comisión de Responsabilidad Social de las Empresas.
Pregunta. ¿Por qué repite?
Respuesta. Hay tres motivos. Uno, me apetecía continuar; dos, porque me lo han pedido mis compañeros, y tres, porque los tiempos están muy difíciles y no es muy lógico que cuando el mar está difícil el capitán se dé de baja. Alguna responsabilidad hay que tener.
"Los gobiernos aplaudían la falsa impresión de riqueza"
"Los sindicatos deberían hacer un esfuerzo y entender cuál es la situación"
"Hay que trabajar mejor, no más, y hay que ganar lo justo"
P. En su discurso de reelección dijo que éste era el sillón de un faquir.
R. En cierta forma, sí, aunque creo que es más el sillón de los equilibrios, que es peor que el de un faquir.
P. Usted tiene cartel de equilibrado y equidistante con los políticos.
R. La independencia, si no se la cree uno, es muy difícil que se ejerza. Me la creo y he intentado que los demás lo acepten así.
P. Los retos de este segundo mandato no son los del primero. Se ha desplomado el escenario.
R. En 2005 ya decía que íbamos a tener problemas, aunque no voy a dármelas de gurú (sobre todo, porque en el último año y medio están muy desprestigiados). No esperaba esta caída tan rápida ni tan intensa. Hemos estado demasiados años con las cosas bien y desgraciadamente no aprendemos que cuando eso sucede cometemos muchas exageraciones. Hay que corregir.
P. Ahora que había conseguido poner el barco de la CEV en condiciones se ha estropeado el mar.
R. Se ha estropeado mucho. Pero el problema es que no hay previsiones meteorológicas fiables. Es cuestión de bajar las revoluciones del motor, acompañar el mar que hay, e intentar capear el temporal. No sabemos cuánto va a durar esto. Yo creía que cuando los bancos americanos presentaran sus auditorías en 2008 sabríamos la dimensión del problema, pero aún no la sabemos. Lo que nos creíamos que era la crisis era sólo la punta del iceberg, pero no sabemos hasta dónde llega el iceberg.
P. En algún momento dijo que ésta no era la peor crisis que han pasado los empresarios. ¿Ha cambiado de parecer?
R. Es una crisis de todo el mundo y de todos los sectores. Eso no tiene precedentes. Las otras crisis han sido en una zona o en un sector determinado, y ahí se quedaban.
P. Sin embargo, ya ve síntomas de amortiguación.
R. Creo que no estamos muy lejos de tocar el fondo. La caída del cuarto trimestre de 2008 fue en picado y estos dos últimos meses da la sensación de que no cae tan aprisa. Eso suele ser el preludio de tocar el fondo. La cuestión importante no es cuándo vamos a salir sino cuánto tiempo vamos a estar el fondo y cómo vamos a salir. Ahí caben un sinfín de posibilidades. En la evolución de esto, creo que poco podemos hacer. Hay un montón de cosas que no dependen ni de los empresarios, ni del Gobierno de España, ni de la Unión Europea. En lo que podemos influir, si todos hacemos lo que toca hacer, es en que dure más o menos la travesía del desierto y en qué condiciones salimos.
P. ¿Ayuda a salir el caudal de planes de ayuda del Consell?
R. Todo ayuda. No alcanzo a ver medidas de ningún gobierno que sean contraproducentes, pero todas son excesivamente tímidas y llegan con retraso.
P. En su discurso pidió al Gobierno central y al autonómico medidas con sentido común y cooperación.
R. Es fundamental. Es un momento en el que hay que sumar esfuerzos, porque la cantidad de recursos y el empuje que se necesita es muy importante. Es de sentido común que todo se coordine, sin que nadie invada las competencias de nadie, y que no perdamos el tiempo.
P. ¿La gravedad del momento exigía a los políticos una talla que no han dado?
R. Están a tiempo de hacerlo. Pero eso exige que el Gobierno central asuma el liderazgo, porque es a quien le toca, y exige a los demás gobiernos autónomos que vayan a colaborar. Y dejemos otro tipo de discusiones que habrá tiempo para ellas. Vuelvo a las metáforas marineras: cuando hay que abordar la lancha salvavidas porque el barco se hunde no es momento de discutir si la lancha debe pintarse de verde o amarillo.
P. Esa falta de colaboración entre Generalitat y Gobierno central se ha intensificado con la relación del presidente Francisco Camps con el caso Gürtel.
R. Los problemas que de verdad tienen las empresas y los ciudadanos valencianos no son esos. Todos los demás me parecen secundarios.
P. Es decir, los políticos no están en los problemas de los valencianos.
R. Los políticos tienen que centrarse en resolver los problemas que tiene la gente, que es para lo que los han elegido.
P. Usted propugna volver a la honestidad. ¿Es el camino para salir de la crisis?
R. Eso no va a resolver la crisis, pero no se debía de haber perdido. La mayoría de la gente no ha perdido la honestidad, pero hay un porcentaje que no lo ha hecho bien y no pueden salir indemnes de esto. No hablaría tanto de deshonestidad como de pérdida de las directrices fundamentales. Está bien crecer y ser más poderoso, es legítimo, pero crecer de una manera sostenible, lógica, razonable. Pretender ganar muchísimo en un tiempo cortísimo y con un esfuerzo casi mínimo, no lo puedo aplaudir. Eso se paga tarde o temprano y, desgraciadamente, lo pagan los que no lo han hecho.
P. Ese tipo de vida ha tenido muchos entusiastas. Y en esa fiesta hubo muchos cómplices.
R. Sin lugar a dudas. En esta fiesta hubo de todo: empresarios, ciudadanos de a pie, las Administraciones Públicas, que aplaudían encantadas con esa falsa impresión de riqueza... Hay que volver a los orígenes, al trabajo bien hecho, a la satisfacción por lo que uno está haciendo... Pero no a costa de cualquier cosa.
P. ¿Esa factura nos va a lastrar más la salida de la crisis?
R. Sin lugar a dudas. Yo pedía medidas más valientes a los gobiernos, pero parte de ellas todavía insuflan más dinero, que por cierto habrá que devolver. En la poscrisis, que llegará, además habrá que ir pagando la factura generada por la crisis. Pero es un problema de prioridades. Cuando uno está desangrándose no tiene tiempo de pensar cuánto le va a costar la factura del hospital. Hay que sanar.
P. ¿Para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos?
R. Trabajar más ya no podemos. Yo ya no sé qué hacer: no quedan más horas en el reloj. Hay que ganar lo justo y trabajar mejor, no más. Hay otros países que les va mejor que nosotros y no trabajan más horas, pero tienen más productividad. Ese es el secreto. Habrá más dinero para el que trabaja y para que las empresas se financien y continúen innovando.
P. En todo caso, no hay que cobrar más en este momento.
R. Lo que el trabajador se lleva es del orden del 60% del coste de la empresa en concepto de IRPF, de cotización a la Seguridad Social... Hay que abaratar eso sin bajarle el sueldo a la gente. Bajar las cotizaciones compensándolo con un aumento del IVA. Eso permite a
baratar el empleo, no el despido. Queremos crear empleo estable porque cuesta muchísimo formar a la gente y no queremos que se vaya a los seis meses.
P. ¿Qué esfuerzo deberían hacer los sindicatos para ello?
R. El diálogo social y concordar con los sindicatos es un arma positiva. Los sindicatos deberían hacer un esfuerzo para entender cuál es la situación e intentar acordar puntos razonables. Jamás hemos discutido con ellos cuando las previsiones de inflación del Gobierno eran del 2% que al final se regularizara con la desviación del IPC, pero este año la inflación no va a ser ni del 1%. Un esfuerzo por ese lado no vendría mal.
P. Un año después, bancos y cajas siguen sin prestar dinero.
R. Prestan, pero no suficiente. Todo ha llegado muy tarde. Últimamente parece que empieza a estar la cosa un poquito más fácil. La financiación es el problema número uno de las empresas, y las entidades financieras y el Gobierno tienen que apretar el acelerador. Porque, mientras tanto, muchas empresas viables cierran. Y la que cierra no vuelva a abrir.
P. La demora en los pagos de la Generalitat también contribuye a la agonía de las empresas.
R. Las Administraciones públicas, siempre se ha dicho, pagan tarde. Ahora, debido a la situación, más tarde. Su consumo es pequeño comparado con la economía, pero no estaría mal que dieran ejemplo.
P. ¿Se está negociando?
R. Se está hablando, buscando algún sistema. Esperamos una cosa concreta sobre la mesa.
P. Todo el mundo habla de que hay que cambiar el modelo productivo, pero ¿a quién corresponde liderarlo?
R. Nosotros vamos a hacer un documento para el debate. Hay que dejar que la sociedad se mueva, aunque corresponde a las Administraciones mostrar las ventajas que supone. Tiene que ser un modelo claro de futuro, realista. No podemos hacer castillos en el aire. El empresario del cuero no puede hacer biotecnología, sino transformar un producto que vende a kilos en otro con valor añadido. Hay que saber dónde estamos y cómo podemos ir a la otra parte.
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