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Necrológica:'IN MEMÓRIAM'
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Franco Volpi: siempre se van los más amados de los dioses

Nunca tanto como en este momento tan triste: el de la desaparición el 14 de abril de Franco Volpi, que interrumpe un trabajo filosófico en pleno proceso de fecunda maduración, resulta tan verdadero decir que se nos van siempre los mejores. Y Volpi se nos ha ido. Nos ha dejado Volpi a los 57 años, justo cuando su trabajo, insuperable en el campo teórico de la historia de la filosofía, estaba comenzando a dar significativos frutos. Destacaba tanto por su rigor y cuidado crítico como a causa de su ingente conocimiento documental de las fuentes, su claridad y profundidad de perspectivas. Se ha roto también el plano de su propuesta teórica personal: una propuesta inseparable de su investigación histórica hermenéutica.

Volpi, que era profesor de Historia de la Filosofía en Padua, había comenzado a ocuparse de Heidegger ya a partir del periodo de su tesis doctoral (Heidegger y Brentano. Cedam, 1976), dedicándose principalmente -quizá por el influjo del ambiente filosófico paduano y de su maestro Enrico Berti- a investigar en profundidad la relación del filósofo alemán con Aristóteles y con la tradición de la izquierda aristotélica, para decirlo con Ernst Bloch. Éste ha sido después uno de los núcleos focales de la atención que Volpi prestaba al pensamiento heideggeriano; un núcleo cada vez más productivamente explorado por su infatigable labor.

Así fue como, a partir de su interés por el vínculo de Heidegger con el Aristóteles griego, Volpi captó desde la raíz, la declinación y la orientación del heideggerianismo hacia la "filosofía práctica": asunto este devenido y reconocido después como uno de los hitos centrales y focales de la hermenéutica de Gadamer, y en general, de la filosofía de la interpretación de inspiración heideggeriana y nietzscheana.

Habiendo estudiado largo tiempo en Alemania, donde había contraído matrimonio, Volpi había asimilado además el rigor del hábito filosófico-académico que se echa en falta tan menudo entre los filósofos latinos: el de dedicar una primera parte de su carrera al trabajo historiográfico, reservándose la construcción de su propia posición filosófica para los años de madurez. Pudo adquirir así la autoridad necesaria para ser escuchado dentro de la comunidad científica de la academia filosófica internacional, que ya le había ido otorgando el derecho a pensar con voz propia.

El genio filosófico, en definitiva, es el fruto de una larga paciencia. Una virtud que Volpi practicó de manera heroica, podríamos decir, produciendo ejemplares traducciones de la obra heideggeriana y dirigiendo y orientando a otros muchos estudiosos en la labor de traducir bien esos mismos textos (se trata de los libros que ha ido publicando la editorial Adelphi en los últimos años). A su magna tarea como historiador de la filosofía se reconducen también volúmenes como el Diccionario de las obras filosóficas (Bruno Mondadori, 2000), una enciclopedia que vio la luz primero en Alemania y ha sido después reeditada, siempre bajo su personal cuidado y supervisión, tanto en italiano como en español.

Ni siquiera en sus libros de carácter más divulgativo se dejan aparte los propios intereses teóricos de Volpi. Como ha sido observado, ciertas exclusiones, la de Bertrand Russell, por ejemplo, quien no aparece en su Diccionario, son signo de una feliz intuición teorética: la que confirma su fina sensibilidad a la hora de seleccionar aquellas vías que luego han mostrado ser más fecundas para la investigación filosófica actual.

Es sobre todo en la reflexión de Volpi sobre Heidegger donde se halla la contribución filosófica más original y específica del legado que nos deja. El posfacio de Franco Volpi a la monumental edición italiana del volumen de Heidegger sobre Nietzsche y, más recientemente, su estudio sobre El nihilismo, editado por Laterza (1996), constituyen expresiones del pensamiento más cabal y el más rico: el preñado por aquellas indicaciones y orientaciones a las que la filosofía contemporánea -y no sólo la italiana o la española- habrá de retornar constantemente.

Gianni Vattimo y Teresa Oñate son profesores de Filosofía en la Universidad de Turín y en la UNED, respectivamente.

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