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La última mañana del padre Gratiniano

Muere atropellado un cura al cruzar por un semáforo abierto para peatones

Rebeca Carranco

El número 2 de la calle de Ferraz se transformó ayer en una especie de velatorio. El muerto era "¡el padre Gratiniano!", según anunciaba otro sacerdote, de nombre Antonio, a todo el que se acercaba. Y acto seguido, advertía: "Que está de cuerpo presente", en referencia al cadáver, que yacía entre varios coches tapado por una manta térmica. Gratiniano Turiño Ballesteros, de 75 años y religioso de la parroquia de Santa Teresa y San José, murió atropellado ayer a las diez y media de la mañana al volver a su iglesia. Un coche azul le arrolló en un paso de peatones. "Él cruzaba en orden", repetía Antonio. El conductor, también septuagenario, tardó unos metros en parar. "Se sospecha que había bebido", aventuró Antonio. La policía no lo confirmó.

El sacerdote, que volvía del médico, llevaba 27 años en la iglesia del barrio

Gratiniano llevaba 27 años en la iglesia del barrio y más de 50 en la orden de los carmelitas descalzos. Lo último que hizo en su vida fue ir al médico. "Él estaba en plenitud de todo, pero tenía que hacerse unos análisis", contó ayer Antonio. En el momento del accidente iba de regreso a la parroquia, que está en el número 14 de plaza de España. Para llegar tenía que cruzar por fuerza la calzada de tres carriles en una dirección y cuatro en la otra de la calle de Ferraz. La única forma de hacerlo es por el paso regulado por un semáforo. Con los análisis todavía en la mano, el padre Gratiniano, como le llamaban sus feligreses, esperó a que el monigote se pusiera en verde y dio los primeros pasos, según varios testigos que le observaron desde la otra acera, también dispuestos a cruzar.

El sacerdote no había llegado ni a la mitad del paso de peatones cuando llegó un automóvil azul, marca Dacia, y le arrolló. "Por el golpe salió despedido unos 10 metros", según explicó un portavoz del Samur. El hombre sufrió un fuerte impacto en la cabeza y en el pecho. Los sanitarios trataron de reanimarle, pero falleció. Uno de cada tres muertos por accidentes de tráfico en la capital es por atropello.

El conductor del vehículo continuó la marcha hasta la altura del número ocho. "Siguió adelante hasta que se chocó con un taxi. Parece que el conductor ni era consciente de que le había atropellado", aseguró el sacerdote Antonio, que permaneció junto al cadáver hasta que se lo llevaron, a las dos de la tarde.

En ese intervalo muchos feligreses se acercaron, consternados, al lugar del accidente. "¿El padre Gratiniano? ¡No puede ser!", preguntaba con la barbilla temblorosa, a punto de echarse a llorar, un hombre, amigo de Gratiniano. "Ha tenido que ser un terrorista del volante", repetía. "¿El que casó a María José?", preguntaba otra mujer. "¡Era estupendo, una persona maravillosa!", aseguraba una tercera. En el barrio se palpaba el desconsuelo. El sacerdote era un religioso entregado que había oficiado multitud de misas. "Se conocía a la gente por su nombre propio", recordaba Antonio. Y se distinguía por ser muy ordenado.

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Gratiniano, originario de Pajares de Lampreana, en Zamora, será enterrado mañana en la iglesia de Santa Teresa y San José, a la que llegó en 1982.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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