_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pepe II el Legítimo

Estaba tensamente tranquilo. Sabedor de que la historia de Andalucía le acababa de abrir una página en blanco. Sí. Ya ha sido dos veces ministro, y dos veces consejero y vicepresidente de la Junta. Pero esto es otra cosa. Ahora le toca escribir esa página como presidente de los andaluces. El cuarto, en la breve historia de nuestra soberanía democrática.

José Griñán, al que le gusta que le llamen Pepe, sabe que sustituye a una figura irrepetible: Manuel Chaves, 19 años al frente de la Junta. Seis elecciones ganadas, tres por mayoría absoluta. Pero quiere estar a la altura.

Por eso, en su discurso de investidura, poco después de agradecer a Chaves que le hubiera propuesto como su sucesor, afirmó con rotundidad: "Quiero representar un cambio en la Presidencia de la Junta de Andalucía".

Asumió, eso sí, el programa electoral socialista refrendado mayoritariamente en las urnas en marzo del pasado año. Y aclaró a los malintencionados diputados de la oposición conservadora que su investidura constituía un legítimo "acto de normalidad democrática".

El segundo presidente de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, Pepote para los amigos, lo resumió castizamente bautizando al nuevo presidente como Pepe II el Legítimo. Aunque el presidente del PP, Javier Arenas, continuara hasta la extenuación ayer mismo con la patraña anticonstitucional de la falta de legitimidad en las urnas.

Interesa estudiar el discurso de Griñán. Como todos los de investidura, plagado de buenas palabras y mejores intenciones. Griñán no encendió pasiones el martes porque no quiso. No buscó adrede el aplauso fácil de sus correligionarios. Pero generó confianza. Como buen estudiante, había rumiado su discurso no en una larga noche previa al examen, sino a lo largo de una vida de servicio público desde las filas del socialismo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Si la forma fue austera, el fondo revela la profunda convicción socialdemócrata del nuevo presidente. Las pistas arrojadas a lo largo de su discurso conducen al corazón de la sociedad del bienestar. Algunas perlas:

Educación. La crisis no debe afectar a la educación, "la mejor inversión económica".

Sanidad. La defensa del sistema sanitario público y gratuito arrancó el único aplauso de la bancada socialista, al afirmar que los casos de los niños de Algeciras Andrés y Javier son extensibles "a todos los andaluces, sin distinción de origen o condición".

Prestaciones sociales. Propuesta novedosa: que en todas las familias haya al menos uno de sus miembros que reciba algún tipo de ingresos.

Dependencia. El cuarto pilar del Estado del bienestar. Andalucía es ya la comunidad que más dependientes atiende (160.000 personas, el 30% del total nacional). Griñán promete desarrollar la ley en Andalucía basada en más prestaciones de servicios.

Un aviso para navegantes neocon: "Quienes piensan que la respuesta a la crisis es menos gastos y desprotección social, se equivocan". Y advierte que "el adelgazamiento del sector publico se ha utilizado muchas veces como coartada para la privatización de servicios". Léase Esperanza Aguirre.

Hubo otros guiños. Dijo a los empresarios: "Nuestras empresas son nuestro futuro". La socialdemocracia que practica Griñán es firme defensora de la competencia y el libre mercado. Lo dijo con claridad: ante futuras crisis, habrá regulaciones, intervenciones y supervisiones públicas, "pero en ningún caso asfixia de la iniciativa privada".

¿La oposición? Lo esperado: ni pan, ni sal, ni agua. ¿Cien días? Ni un minuto. Esperable en el PP, descolocado con el cambio. Algo desconcertante en IU. Fuera de juego el PA.

Terminó con una promesa: respetar las ideas ajenas y aceptar la crítica. ¿Le pagaran con la misma moneda?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_