Ética y televisión
Es muy difícil para un lego entender que los delitos prescriban. Que, después de cometer una estafa millonaria, baste con esconderse en algún rincón tropical el tiempo suficiente para librarse de la cárcel, deja en nosotros una sensación de impunidad. Pero que, además, el estafador gane dinero a costa de su delito con entrevistas exclusivas en televisión roza el escarnio. Ignoro si la práctica de pagar a los delincuentes para que cuenten sus hazañas está contemplada en el código ético de la televisión. Si no es así, ya están tardando en prohibirla. No se trata de impedir a nadie que dé explicaciones y se defienda en público, pero lucrarse contando cómo se ha burlado a la justicia es, simplemente, una indecencia.- Francisco Carral. Santander
Siempre es lo mismo, da igual la medida que se anuncie, que se cubre la deuda de las televisiones públicas o que se va a reducir la publicidad. Ahora estamos en la fase de quitar los engorrosos anuncios. Pues bien, aunque la medida pueda ser acertada, es insuficiente, en el sentido de la libre competencia del mercado, porque las cadenas privadas no pueden competir con los precios de unas públicas que tienen detrás al Gobierno de turno.
Y lo que es insultante, y parece más grave todavía, es que ni se plantee reconstruir el modelo de comunicación de TVE. Si tiene que ser de utilidad pública, los directivos de la cadena deberían saber qué es lo que redunda en otras cadenas -programas de cotilleos, deportes de seguimiento masivo, o de seguimiento nulo, seriales basura y estupideces varias- y tratar de reflejar lo que ellas no tienen de la sociedad.
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