ZAC ELIGE HACERSE MAYOR
Zac Efron (San Luis Obispo, California, 1987) está nervioso. Es eso o —como ocurre en su próximo estreno, 17 otra vez— que realmente está volviendo a la pubertad. El caso es que la voz se le rompe a cada frase. "Y en el peor momento", dice desafinando mientras se oculta tras un vaso de agua con pajita. "Justo en la entrevista más importante. ¡Puf! No sé lo que me pasa", insiste antes de ahogarse en otro gallo. Efron busca refugio en la adulación y contraataca con una de sus sonrisas perladas. La misma que, con permiso de los ojos queso azul y el flequillo despeluchado pero impertérrito, han hecho de él el héroe que es. Porque no hay quinceañera que se le resista. Pero esta entrevista, sí. Coronado en las tres entregas de High School Musical (HSM), el ídolo adolescente de cejas perfectamente depiladas y pelusa a modo de barba se enfrenta ahora a la transición hacia la madurez. Como estrella, como actor y como persona. "Y yo que estaba tan contento de estar aquí para hablar de algo diferente en este día tan genial...", se disculpa de nuevo, recurriendo esta vez a los ojos de Barbie abandonada.
"La fama puede romperte los nervios, pero el 78,5% del tiempo es maravilloso"
"¿Si me preocupa el mensaje de castidad que emana de mis películas? Así me criaron. No tengo mucho que ocultar ahora mismo"
EP3. ¿Son los nervios de la entrevista? Porque todo el mundo dice que conocerte es amarte
Zac Efron. Me encanta que digan eso porque es una ventaja personal que tengo. Disfruto cuando conozco gente. Me entusiasma conversar. Tengo cosas que decir. No estoy vacío.
EP3. ¿Quizás la presión de la fama?
Z. E. De eso sólo me acuerdo en entrevistas. De verdad que todo lo que estoy viviendo es maravilloso. Tener la oportunidad de probar algo nuevo cada día Desde niño me gustaba ponerme el listón más alto y mírame ahora: una nueva película, un nuevo papel, un nuevo lugar en el que ponerme a prueba. Eso es lo que busco.
EP3. ¿Me quieres decir que éste es un día ideal para ti, rodeado de periodistas?
Z. E. Todo el mundo tiene problemas con la fama y hay momentos que puede romperte los nervios, pero el 78,5% del tiempo es maravilloso. Cantar, bailar, actuar, jugar al baloncesto, hacer entrevistas, incluso ir al aeropuerto perseguido por los paparazzi [risas]. De mi día ideal, te puedo dar tres escenarios: de cámping, en la playa o, el más típico, en casa, en pijama, viendo películas y comiendo palomitas. Pero si esto es lo peor que me va a pasar, estoy preparado.
Efron lleva tiempo preparado. Prácticamente, desde que a los 12 años su profesor de piano viera algo en él. Fue en Arroyo Grande, un pueblecito californiano que lo único que tiene es eso, un arroyo, aunque mucho más pequeño que su nombre. Tras una ristra de papeles que no llevaban a ningún sitio, le tocó el gordo cuando, el último día de las pruebas para HSM, su sonrisa cameló al director Kenny Ortega. De entre 2.000 chicos castaños de ojos azules, le escogieron a él para dar vida a Troy Bolton, el angelical capitán del equipo de baloncesto de perfectas hechuras Disney. Así nacía el enésimo novio de América. "Es alguien increíble, muy motivado, con la cabeza en su sitio y que quiere mejorar desesperadamente, algo difícil porque es muy bueno", corrobora Burr Steers, director de 17 otra vez.
A sus 21 años, Efron ya se ha graduado en el High School. En la vida real y en la pantalla. Con el bolsillo rebosante (tres millones de dólares por película y subiendo) y la popularidad, de momento, acompañando, sentía que era hora de dar un nuevo paso en su carrera. Él es el primero en admitir que su éxito ha tenido mucho de suerte. Sin embargo, ahora quiere el control. "El problema con los niños prodigio de la factoría Disney es que todo vale mientras den la imagen. Pero ahora estamos hablando de la liga profesional: además de presencia, hace falta lo que hay que tener o quedas como un idiota", opina Steers. "Se trata de una transición, no de un giro de 180 grados. Porque mi prioridad es llevarme a mis fans conmigo en mi próxima aventura", admite el actor, perfectamente consciente de lo que vale su peso en la taquilla.
La productora New Line también lo sabe. Por algo ha arrebatado al ex niño prodigio de la factoría de Mickey Mouse. Y lo ha hecho con 17 otra vez, una película que huele a Disney por los cuatro costados. A saber: padre fracasado y al borde del divorcio vuelve por arte de magia a sus adorados 17; una especie de Big —la cinta de Penny Marshall que popularizó a Tom Hanks en 1988—, pero al revés. "Es una película que transcurre en High School pero que no es de High School", se azora Efron, consciente del trabalenguas. ¿Y cómo se come esto? "Vamos, que no es un cuento de hadas. Cierto que también hay baloncesto y música, pero no es HSM", insiste. Esta vez la voz no le abandona, suena casi como un Tom Cruise en ciernes tratando de hacerte comulgar con ruedas de molino. Pero hay algo que delata al joven que tienes delante. Será la sonrisa de gato de Cheshire, la intensidad de la mirada o el ligero sonrojo: desde luego, aún no está tan resabiado como la superestrella de la Cienciología. "Estábamos obligados por contrato a incluir un número musical —explica Burr—, pero nos lo quitamos de encima nada más empezar y le tomamos el pelo a Zac haciéndole llevar una peluca y bailar una coreografía a lo MC Hammer".
EP3. ¿De dónde viene ese flequillo?
Z. E. De lejos [risas]. Me lo dejé largo hace mucho. En el colegio siempre me tomaban el pelo, pero, bueno o malo, era mi estilo. Cuando me escogieron para HSM Kenny me dijo que el pelo tenía que desaparecer, pero en el último momento cambió de opinión.
EP3. ¿Es difícil de mantener?
Z. E. Sólo hay que dormir en él.
EP3. ¿Solo o acompañado?
Z. E. Prefiero no hablar de esas cosas. Así corren menos historias falsas por ahí.
EP3. ¿Te molesta el mensaje de abstinencia y castidad que emana de tus películas?
Z. E. Así es como crecí, como me criaron. Si no fuera un chico así de formal estaría más preocupado, pero no tengo mucho que ocultar ahora mismo.
Aunque algún pecadillo siempre hay. Como el miniescándalo que se formó cuando salió a la luz que en el primer HSM —el que le puso en lo más alto de la lista de venta de discos Billboard con dos sencillos— su voz de adolescente estaba edulcorada con la de Andrew Seeley. Pecadillo que le convierte en el único graduado de HSM que no ha grabado un disco en solitario. "Sería muy difícil compaginar las dos carreras", se disculpa.
Además, está su relación ahora-sí-ahora-no con su compañera de HSM Vanessa Hudgens, de la que no suelta prenda. Y esas fotos de Mikael Jansson que le acaban de sacar para la revista Interview —que ilustran una entrevista firmada por Gus Van Sant— en las que se revuelca por el barro con una chica en top less y que podrían liar una parecida a la "atrevida" foto de Vanity Fair en que la muy virginal Miley Cyrus osaba enseñar el hombro. "Fue algo que sacaron de madre. Pero lo cierto es que no se puede complacer a todos", asiente, serio, preocupado quizás por su propio futuro.
Lo comentan los críticos: Efron está en la encrucijada. No puede seguir siendo el "chico bueno" por mucho más tiempo, y la perfecta transición sólo es para los elegidos. "Leo [DiCaprio] lo hizo. Johnny [Depp]. Gente así. Tobey [Maguire]. Ryan Gosling. Keanu Reeves. Todos pasaron no sólo a ser estrellas, sino buenos actores. Y Zac no sólo tiene la máquina, también tiene un motor que no se detiene ante nada", le defiende Steers. "Nadie es el ejemplo perfecto —remata Efron—, y si trato de imitar a alguien seguro que no sale bien. Pero es cierto. Leo hizo una transición perfecta. Aunque se tomó su tiempo, se tomó un par de años después de Titanic para pensar qué hacer".
Ahora las cosas van más rápidas y Efron no se puede dormir en los laureles. Ya se hizo el remolón para aceptar participar en HSM 3 y se libró de ser víctima de la debacle de Speed racer (la última e ignorada cinta de los creadores de Matrix). Ahora le ha dicho que no al remake de Footloose (también a cargo de Kenny Ortega), algunos creen que para alejarse del aire de triunfito; otros, porque no conseguió los cinco millones de dólares que pedía por hacer de Kevin Bacon. "Lo hice por probar nuevas cosas. Siempre es agradable sorprender", sentencia él.
Tras Disney y sus número musicales en Hairspray y la última gala de los oscar, Efron prefiere ahora labrarse la credibilidad a base de cineastas independientes tipo Richard Linklater con Me and Orson Welles, filme que, al igual que 17 otra vez, rodó antes que HSM 3, pero que se estrenará más tarde para tratar de aprovechar la fama que posiblemente coseche el guaperas. Sin embargo, tendrá que andarse con ojo: ya ha aparecido "un nuevo Zac Efron". Se llama Chace Crawford, el actor que encarna al pobre niño rico Nate Archivald en el folle-teen Gossip Girl. Con 24 años y las adolescentes de medio mundo babeando, tiene todas las papeletas para agenciarse el protagonista vacante de Footloose.
"[A Zac] yo le recomendaría que ruede otra película conmigo", abusa Steers. Se refiere a The death and life of Charlie St. Cloud, donde la estrella interpretaría al empleado de un cementerio que se encuentra con el espíritu de su hermano pequeño, de cuya muerte se siente culpable. Sin números musicales a la vista, vamos. El actor no le ve pegas al proyecto, a menos que la piratería llame a su puerta: "No sabes cómo me gustaría tener una gloriosa confirmación que darte", contesta sin ocultar la ilusión. Porque Efron, ahora sí, está exultante. La cuarta entrega de Piratas del Caribe, junto a Johnny Depp y con un contrato que se rumorea ronda los 10 millones de dólares, está al caer. Un proyecto que enuncia, éste sí, con voz firme para todo aquel que quiera escuchar.
17 otra vez se estrena el 30 de abril.
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