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Entrevista:AMADOR DE CASTRO | Presidente del grupo Fomento de Iniciativas

"A la sociedad hay que devolverle algo de lo que te da"

María Fernández

Empezó a trabajar a los 16 años, haciendo equilibrios para seguir estudiando. Amador de Castro (A Coruña, 1947), admite que sólo una vez logró disfrutar de un mes seguido de vacaciones. Su primer cargo importante fue en Astano (hoy Navantia Fene), en 1973. Hacía poco tiempo que el antiguo Instituto Nacional de Industria se había hecho con parte de las acciones. Fue el momento de cambiar la gestión. Lo ficharon a los 26 años: "En aquel tiempo creía que sabía mucho". Luego pasaría por GOA, la firma de su amigo Amancio Ortega. Hoy Amador Castro, que coincide en nombre y apellidos con el presidente del grupo Portvigo (al margen del nombre, no comparten ninguna otra cosa), es la cabeza visible de un grupo de doce empresas, entre las que están las ITV de Galicia o Sogarisa.

"No soy de los que creen que la plantilla sobra siempre"

Pregunta. Vivió los inicios de lo que hoy es el imperio de Zara.

Respuesta. Amancio Ortega me llamó porque buscaba una persona para el área financiera. Fue el comienzo de lo que hoy es Inditex. Amancio es un fuera de serie, enseguida comenzó a despuntar. Sabe elegir muy bien a las personas que le rodean, aunque realmente el bueno era él.

P. Pero volvió a Astano.

R. Como director general, pero el 4 de diciembre de 1984 presenté mi renuncia. No compartía los criterios de quien había elegido los astilleros que debían sobrevivir y los que no. Astano en la primera época empleaba directa o indirectamente a 11.000 personas, una plantilla de las mejor preparadas. Creía que podíamos salir adelante. Presenté mi renuncia y, en menos de 24 horas, Amancio Ortega me pidió que me fuese con él, pero le dije que no.

P. ¿Y qué hizo?

R. Monté una gran empresa: éramos mi secretaria y yo (se ríe).

P. ¿A qué se dedicaba?

R. Consideraba que tenía buenas aptitudes para reestructurar sociedades en apuros.

P. O sea, que recortaba por todas partes.

R. Soy empresario, pero no de los que creen que la plantilla sobra siempre. Muchas veces la cuestión está en cambiar el proceso productivo, la comercialización o incluso lograr un cambio de mentalidad. Una de las primeras compañías con las que trabajé se llamaba Spantax, en el año 86. Tenía una flota de entre diez y 12 aviones chárter. Los dueños me dieron poderes prácticamente totales y fui cumpliendo los objetivos que nos marcamos. Lo logré hasta el último. No quisieron dar el paso final.

P. ¿Cómo llegó al negocio de las ITV?

R. Hace años pasar la ITV en España era voluntario y como comprenderá, casi nadie lo hacía. Gracias a un amigo alemán visité las instalaciones de las inspecciones de allí, donde era obligatorio, y me di cuenta del movimiento que gestionaban. Me presenté al concurso en Galicia en el año 86. Había habido otros concursos anteriores pero la concesión siempre quedaba desierta. Nos hicimos con la concesión y en diciembre del 87 empezaron las inspecciones. Al principio eran cuatro y hoy hay nueve centros en Galicia. Antes pasaban 85.000 vehículos cada año, hoy son 1,2 millones.

P. No se limitó a hacer caja.

R. Todos tenemos que devolver algo de lo que recibimos. Aún siendo generosos, casi todo lo que damos es mucho menos de lo que nos sobra. Organizamos durante diez años un concurso de redacción a través de las visitas que realizaban los centros escolares a las inspecciones. También editamos la Historia del Reino de Galicia para repartirla gratis por las bibliotecas. Es gracioso, un día Manuel Fraga me dijo: "Si es gratis no le darán aprecio".

P. ¿Qué tal se lleva con los políticos?

R. Muy bien. Siempre he tenido buenas relaciones con ellos. Los políticos agradecen que no les mientas. En cambio, me llevo mal con los burócratas.

P. ¿Cómo llegó a dar el paso hacia Suramérica?

R. En las ITV nos presentamos en cuatro concursos en Brasil. Estamos esperando que se resuelvan tras varios problemas en la adjudicación. En Buenos Aires tenemos cinco centros y en Costa Rica somos la segunda empresa más valorada del país.

P. ¿Cuándo caducan sus concesiones gallegas?

R. En 2023.

P. Ha hecho más negocios.

R. Un negocio tira de otro. En paralelo a la ITV fuimos creciendo con VFUS, Vehículos Fuera de Uso. Ninguna otra empresa trata un coche y aprovecha el 90% de los componentes. Parte de las piezas se reutilizan y parte se exportan a África, Líbano, Siria, Marruecos, Senegal...También estamos desarrollando una empresa que toma los residuos de la construcción para su reutilización. En cuanto al puerto deportivo de Marina Coruña, el edificio estará concluido en junio.

P. ¿Cuánto factura el grupo?

R. Unos 90 millones de euros, con unos 1.000 empleados.

P. Y como experto en sacar a las empresas del pozo, ¿cree que se puede atajar esta crisis?

R. Sí, si aplicamos las herramientas adecuadas.

P. ¿Algún sector con futuro?

R. Las comunicaciones, la basura y el tiempo libre. Los kilos de basura que generamos no se pueden desperdiciar. En Galicia veo otra gran posibilidad: convertir las rías en criaderos de pescado naturales. El de la energía fotovoltaica tiene que llegar a ser importantísimo. El sol sale todos los días y tenemos que aprovecharlo.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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