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Reportaje:

El Masters tiene un ‘tigre’ latino

Camilo Villegas, un símbolo en Colombia, es comparado a Woods por su físico y su formación

Juan Morenilla

Hay varias maneras de leer un green. Algunos golfistas inclinan ligeramente la espalda para adivinar las oscilaciones del campo. Otros, los más tradicionales, se agachan en cuclillas apoyados sobre el palo para tener mejor perspectiva. Y luego está Camilo Villegas, una especie aparte por su costumbre de espatarrarse sobre el césped doblando como un muelle su pierna derecha y estirando la izquierda. De ahí que en el circuito se le conozca como Spiderman, el hombre araña. Y de ahí que algunos aficionados dejaran escapar la risa cuando le vieron en esa postura en la primera jornada del Masters de Augusta, que se inicio ayer. Es la tarjeta de presentación de un golfista singular, físicamente de acero y uno de los estandartes de la nueva hornada de jugadores, grandes atletas antes que filigranistas.

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Villegas, nacido en Medellín hace 27 años, es más que un símbolo en su país, Colombia, y en toda Latinoamérica, el deportista más admirado desde la retirada del piloto de fórmula 1 Juan Pablo Montoya, el jugador a quien el presidente Álvaro Uribe condecoró con la Orden de San Carlos en el grado de comendador. Su fama y su cuerpo cincelado en el gimnasio le asemejan a Tiger Woods. Y, como el estadounidense, El Tigre latino debe esforzarse para dejar la mente en blanco y aislarse del pelotón de aficionados que le sigue en cada hoyo del recorrido.

A Villegas nada le distrae en el campo, mérito también del trabajo que desarrolla con su psicólogo y de una estricta educación. Camilo empezó a jugar al golf a los siete años pese a que en Colombia había entonces menos de 50 clubes. "Le fuimos preparando desde pequeño, le fuimos dando todo, la confianza, la técnica y la preparación física y mental. Camilo es un ser diferente a los demás. Es tan consagrado y quiere tanto a su profesión que parece criado al estilo de Tiger Woods", explica Rogelio González, el primer entrenador de Villegas, en referencia a la disciplina casi militar que marcó la infancia del Tigre.

Su progresión le condujo a ganarse una beca en Florida, una época que marcó su futuro: ganó la Liga Universitaria de Estados Unidos, se licenció en Administración de Negocios y conoció a un preparador físico y un psicólogo que todavía le acompañan, pues no tiene entrenador.

Y en 2008 explotó: se convirtió en el primer jugador colombiano en ganar un título en el circuito americano, el BMW Championship, y se llevó después el Tour Championship. Comenzó el año en el puesto 97 del mundo y ahora ocupa el décimo. "Todo en mi vida ha sido un proceso muy lento. Jugué muchos años como junior, me fui a Florida... todo a su tiempo. Ahora soy mucho mejor jugador. Desde el punto de vista mental, soy más paciente", cuenta Camilo.

Vestido de negro de arriba a abajo, Villegas no comenzó con buen pie el Masters. En Colombia se lo rifan como hombre-anuncio y su físico ha atraído a los diseñadores, que le enfundan camisetas ajustadas para marcar bíceps en lugar de los tradiciones polos. “Pero tener fama es también duro. Me he imaginado en el lugar de Woods y es peor de lo que la gente cree”, explica Villegas, encantado de sonar como uno de sus futuros adversarios: “Nunca me imaginé que sería el rival de Tiger”.

Camilo Villegas golpea la bola en la primera jornada del Masters de Augusta.
Camilo Villegas golpea la bola en la primera jornada del Masters de Augusta.REUTERS
El golfista colombiano Camilo Villegas
El golfista colombiano Camilo VillegasFRANCE PRESS

Lección de Olazábal a Sergio García

Por eso de defender el territorio ante los jovencitos que inundan el circuito, a Phil Mickelson le vistieron como un adolescente de 16 años. La camiseta negra ceñida y el cinturón blanco no le favorecían nada. A Jiménez y Olazábal, tipos también serios, no les engañaron. Los modelitos, para los maniquís. Lo suyo fue simple sobriedad. En el armario y en el campo. Mientras amenaza la revolución adolescente, ellos a lo suyo. Viéndoles caminar juntos, uno sabe que no hablan de fans y fama, sino de la pendiente de ese hoyo o lo difícil que está la bandera en ese otro. Cosas de las que ocuparse en Augusta si se quiere sobrevivir.

Jiménez acabó tan contento con su reluciente tarjeta de dos bajo el par que hasta contó un chiste, uno sobre pedos, ante las cámaras. "El par aquí es bueno, así que esto es maravilloso", dijo El Pisha, muy sólido en un día en que el campo estuvo "asequible". Lo aprovechó también Olazábal, en su mejor versión de los últimos meses, "encantado" con el resultado (-1), sabedor de que a Augusta no se viene de paseo sino a retorcerse. Una lección que no ha aprendido Sergio García pese a que no es un niño. Con dos bogeys en los tres últimos hoyos, el castellonense (+1) volvió a echarle la culpa al empedrado: "Las cosas no cambian, no es la primera vez en este campo, si paso el corte ya es mucho...". El mismo discurso pesimista de siempre.

La buena salud de los veteranos fue un bonito guiño para Ballesteros el día en que cumplía 52 años -Olazábal le llamó para regalarle "una vuelta decente"-. Hasta nueve cincuentones compañeros de quinta compiten en Augusta, como Langer, Norman, Lyle y Woosnam.

Clasificación tras la 1ª jornada: 1. C. Campbell (EEUU), 65 golpes (siete bajo el par). 2. J. Furyk (EEUU) y M. Hunter (EEUU), 66. 20. M. Á. Jiménez, 70. T. Woods (EEUU), 70. 28. J.M. Olazábal, 71. 30. R. McIlroy (Irl), 72. 51. S. García, 73. C. Villegas (Col), 73. 90. Á. Quirós, 78.

Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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