"El Islam será algo normal"
Un metalúrgico de Basauri pasa a presidir la comunidad musulmana de Vizcaya - El colectivo federa a siete mezquitas del territorio
"Por muchas trabas que nos pongan, el Islam acabará siendo algo normal en esta sociedad", opina Iñaki Vicente, de 51 años, natural de Basauri y metalúrgico de profesión. Vicente es desde marzo pasado el presidente de la Comunidad Islámica de Vizcaya, que federa a siete templos del territorio en torno a la mezquita As-Salam, situada en el barrio bilbaíno de Santutxu. Su designación se hizo pública el pasado lunes.
El proyecto de As-Salam surgió hace 15 años, "más como un centro de estudios islámicos que como una mezquita". En el modesto local que le sirve como sede se congregan hasta 600 fieles para seguir el rezo de los viernes. "No es un sitio donde la gente vaya a darse de cabezazos contra una moqueta. Es un espacio religioso que tiene que cumplir con la ley", explica Vicente, quien recalca que todos los centros de la federación están incluidos en el registro del Ministerio del Interior.
Vicente abrazó el Islam hace ya 15 años, después de estudiar varias religiones
"La causa del radicalismo está en el desconocimiento por ambas partes"
As-Salam, cuenta Vicente, busca ser interlocutor de la comunidad musulmana con autoridades y ONG. También se ofrece a colaborar con problemáticas como la de los menores inmigrantes. "Nos encontramos con ciertos prejuicios", se queja Vicente, harto de que "musulmán" e "inmigrante" se consideren sinónimos. "¡Mi única inmigración ha sido de Basauri a Portugalete!", enfatiza.
El nuevo presidente de este colectivo musulmán se convirtió al Islam hace tres lustros. "Era agnóstico, pero siempre hay algo espiritual que nos llama y empecé a estudiar la Torá, el Evangelio, el hinduismo, el taoísmo, el zen,... El Corán me mostró que la religión es algo que debe nacer entre Dios y tú", recuerda.
Ello no ha impedido que el resto de socios de As-Salam le haya elegido su responsable por unanimidad. "Somos gente de 26 países" y eso es significativo de la tolerancia de un colectivo que toma como ejemplo el Islam de Al-Andalus. Reconoce que "hay gente que sólo piensa en su pueblo, y que convierte las mezquitas en centro de reunión con sus paisanos" y, por tanto, de exclusión. Pero lo que ellos promueven es un culto normalizado dentro de la sociedad y evitar el desconocimiento por ambas partes, algo que considera "la causa del radicalismo".
Aunque, en palabras de su presidente forma parte de As-Salam, "todo el que viene a rezar aquí", la labor organizativa recae sobre 50 socios, 20 de ellos mujeres. "Eso no quiere decir que si un hermano tiene un problema, sólo los socios le vayan a ayudar".
Cada miembro de la comunidad es donante o receptor en función de su situación concreta. Esta labor caritativa no está cuantificada; "cada uno aporta lo que puede". En la mezquita de Markina, por ejemplo, unos musulmanes dan clase gratis de euskera a otros: "Son inmigrantes que han venido a trabajar en la mar y quieren entenderse con los arrantzales de la zona", concluye Vicente.
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