Reconversión financiera
La intervención de Caja Castilla La Mancha (CCM) se parece al fin de un sueño, porque demuestra que las fusiones no son por sí mismas una solución para resolver la situación de las cajas en dificultades, y el comienzo de una pesadilla, porque deja abiertas demasiadas preguntas que el gobernador del Banco de España se esforzó en plantear, incluso en responder, pero con poco éxito, porque muchas de ellas dependen de iniciativas legales. Una de ellas es cómo se resuelve si los gestores de CCM tienen o no responsabilidades en la deficiente, por no decir penosa, gestión de la entidad; otra, que el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) es insuficiente para abordar la crisis financiera tal como aparece dibujada por los cálculos más realistas; sería tanto como desmontar un portaaviones con un destornillador. Hay que poner en pie instrumentos más potentes y sofisticados, como un fondo público de intervención que pueda inyectar recursos propios en las entidades financieras -sobre todo en las cajas, por la especificidad de su capital- y aplicar reformas legales que van a chocar frontalmente con los poderes autonómicos, muy reacios a prescindir de dóciles resortes de financiación a la carta.
No habrá recuperación del sistema financiero en España, en especial de las cajas de ahorro, sin un prolongado e intenso esfuerzo de reestructuración. Es necesario precisar qué quiere decir ese término, que equivale a la reconversión industrial aplicada en los años ochenta para reducir la siderurgia o el naval. Con más detalle, las cajas de ahorro tendrán que llevar a pérdidas la morosidad y la depreciación de sus activos, desprenderse de sus participaciones industriales, ejecutar un programa de reducción de oficinas y simplificar sus servicios centrales. Más que ambiciosos y fantasmagóricos mapas financieros y hojas de ruta, que no dejan de ser confusos lugares comunes, lo que necesitan las cajas es gestión; es decir, gestores. En el curso de este esfuerzo de reconversión, las fusiones con otras entidades pueden ser una ayuda, pero no el tratamiento principal.
Durante su intervención ante la Comisión de Economía del Congreso para explicar el caso CCM, el gobernador Fernández Ordóñez apeló a la "prudencia y el sigilo" que necesitan las intervenciones financieras. Nada más puesto en razón. Si de algo pecó la intervención de CCM fue precisamente de celebrarse a cielo abierto, bajo presión política y tertuliana, que ofrece tentaciones sin cuento a los mejor situados en la operación, en este caso a Unicaja. Pero ya terció Cristóbal Montoro, portavoz del PP, para mostrar un adarme de las tortuosas dificultades que le esperan al Banco de España en esta reestructuración financiera. Montoro declamó una defensa a ultranza de la transparencia y de la información exhaustiva a los ciudadanos. El ex ministro confunde la información que merecen los votantes con la algarabía política interesada que contribuye a frustrar operaciones económicas necesarias. Los ciudadanos no estarán peor informados porque no se hagan públicas, antes de firmarlas, las condiciones de una fusión bancaria, sino porque no se den cuentas después de llevarla a cabo con éxito. Montoro y el PP hacen como que no lo entienden. Hasta que toque intervenir alguna caja controlada por el PP.
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