Un bilbaíno cosmopolita y carismático
González de Durana recoge en un libro la biografía del pintor Adolfo Guiard
Cosmopolita, carismático, comprometido políticamente con el nacionalismo y con una simpatía natural que le permitió mantener relaciones con personas de diferente ideologías y posición social. Y el primer artista moderno, que supo representar el Bilbao de 1900 en su faceta creativa y social. Así retrata al pintor bilbaíno Adolfo Guiard (Bilbao, 1960-1916), Javier González de Durana en la biografía que ha editado la Fundación Bilbao 700, en que deliberadamente prescinde de las anécdotas y referencias humorísticas que en otras publicaciones rebajó el interés de su faceta artística.
Gonzalez de Durana (Bilbao, 1951), profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, ex director del Artium, y actualmente director de Tenerife Espacio de las Artes (TEA), se interesó por la biografía de Guiard como asunto de investigación de su tesis doctoral, convencido de que el artista no contaba con el reconocimiento que su pintura merecía. 30 años más tarde González de Durana reconoce que su valoración sobre Guiard ha cambiado: "lo considero mucho mejor que lo muy bueno que ya me parecía entonces".
En Guiard, un bilbaíno hijo de francés, formado en Barcelona y en el mundillo artístico del París de las décadas finales del XIX, el autor de su biografía encuentra a un hombre que con su atractivo personal supo llevar a su ciudad natal el espíritu del cambio y la innovación. "Fue el primer artista que trasladó la innovación y la modernidad artística a la demanda del Bilbao de la época", explica. Amigo de Sabino Arana, participó de la primera ola del nacionalismo vasco, una "fuerte pasión" toda su vida pero que desligó de su ejercicio de la pintura. González de Durana aclara que en la pintura de Guiard se encuentran componentes ideológicos, pero sin entrar en planteamientos propagandísticos.
Entre los méritos de Guiard González de Durana destaca la plasmación del mundo del trabajo y el ocio en el nuevo Bilbao del cambio del siglo en el escenario de la Ría. El mejor ejemplo lo encuentra en el lienzo La niña del clavel (1903), de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el que Guiard retrató a una chica con un cántaro de leche sobre la cabeza que mira directamente al espectador. La escena está tomada en Elorrieta, al borde de la Ría del Nervión, cerca de donde Guiard tuvo un estudio,con los barcos y el humo de la industria como paisaje de fondo.
El autor de la biografía considera la obra "uno de los iconos más hermosos referidos a los orígenes del capitalismo moderno en Bilbao". "Aquel Bilbao que se debatía entre cosmopolitismos y tradicionalismos se condensa a la perfección esta joven pre-adolescente que mira, de frente, sin miedo, a su futuro", ha escrito González de Durana.
El recorrido por la biografía de Guiard está salpicado por comentarios de las obras más significativas del pintor, como El cho (1887), La siega (1890), La ría en Desierto (1897), Paisaje de mujer con cántaro en la cabeza (1900), La niña del clavel (1903) o los bocetos para las vidrieras de la Casa de Juntas de Gernika (1901-1903).
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