"Von Richtoffen nos dijo: 'Ayer, enemigos; hoy, amigos"
"Aquella mañana [la del 29 de marzo] llegamos a Barajas los pilotos de tres de las cuatro patrullas que componían dos escuadrillas de 12 aviones. Veníamos a entregarnos por orden de nuestros mandos. En Barajas no había ni un alma. Serían las nueve. Yo podía haberme marchado a mi casa y desaparecer, pues vivía en Canillejas, pero decidí quedarme", cuenta Joaquín Calvo Diago, teniente piloto y número dos de su escuadrilla republicana. "Al poco llegaron dos aviones alemanes Messerschmitt. De uno de ellos descendió uno de los jefes aviadores que capitaneaba la Legión Cóndor, Wolfram von Richtoffen, sobrino del famoso Barón Rojo, as de la aviación alemana en la I Guerra Mundial. Se dirigió a nosotros con la frase: 'Ayer, enemigos; hoy, amigos'. Fue muy amable".
Y añade: "Los alemanes estaban fascinados con los chatos, nuestros cazas biplanos Polikarpov I-15, con cuatro ametralladoras tras el motor único. Su maniobrabilidad les tenía seducidos. Nos pidió verlos. Yo le acompañé. Luego, le pedí ver su avión y me lo enseñó". Calvo subraya: "Mientras nuestros aparatos tenían los mandos hechos con bolitas de madera, los de los alemanes eran de ámbar y otras lindezas".
"Poco después", señala, "llegó el infante Alfonso de Orleans, uno de los jefes de la aviación de Franco. Me presenté a él militarmente y entonces me espetó: '¡Pero si tú eres un mierda y un mocoso!'. Yo tenía 19 años y un aspecto aniñado", sonríe. "Al poco, fuimos detenidos. Juzgado en Valencia, me condenaron a 25 años y un día. Sólo cumplí dos o tres años". Pero tuvo que hacer un servicio militar que se prolongó varios años. Joaquín Calvo Diago goza hoy de la consideración de los aviadores del otro bando. Tiene el grado de coronel: "El Día de las Fuerzas Armadas me invitaron a desfilar en un jeep con pilotos veteranos que hicieron la guerra en el bando de Franco".
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