Antonio Lorenzo Pérez, artífice de Caixa Galicia
Impulsó y anticipó la fusión de las cajas de ahorros
Era un ejecutivo de los de antes. "Todos le respetaban, pero nadie le temía, porque era de esas personas a las que les importabas. Sabía cómo tratar a todos los empleados", aseguraba tras su funeral uno de sus colaboradores. Según sus allegados, ejercía su profesión sin caer en el paternalismo del que tiende la mano y luego impone sus decisiones como inapelables. Antonio Lorenzo (Leiro, Ourense) falleció la noche del miércoles 25 de marzo en A Coruña, rodeado por su numerosísima familia (tuvo 10 hijos), a los 94 años.
Profesor mercantil por la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, su carrera profesional comenzó un año antes de la Guerra Civil, en una Galicia prácticamente rural, en las Fábricas Coruñesas de Gas y Electricidad. Tenía 20 años. Pronto pasaría a ser jefe de personal en la Sociedad General Gallega de Electricidad y en Fenosa hasta que en 1959 se incorporó como director general a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña y Lugo. Poseía una inteligencia natural y una espontaneidad poco corrientes. Gracias a estas dos cualidades supo ver lo que otros no querían: la fusión de las cajas de ahorros, que ahora la crisis ha vuelto a poner de actualidad.
Desempeñó un papel decisivo en las negociaciones entre las entidades
En la década de 1970 y en un momento de intensa transformación social y económica, desempeñó un papel decisivo en las negociaciones que mantuvieron las antiguas entidades financieras de Ferrol y A Coruña y Lugo. De ellas surgiría, en 1978, la que hoy es Caixa Galicia, que en pocos años aglutinaría a la caja de Santiago. Antonio Lorenzo fue su primer director general, con un joven José Luis Méndez como director adjunto. Permaneció en el cargo tres años y dio paso a Méndez, que sigue actualmente como primer ejecutivo. El tiempo les dio la razón. Poco después, las fusiones de cajas se generalizaban en el sistema financiero español ayudándolas a dar el giro definitivo hacia un modelo bancario moderno.
En su retiro no dejó de trabajar. Hombre muy religioso, Antonio Lorenzo fue presidente de Cáritas, fundador de la Asociación de Padres y Familiares de Personas con Discapacidad Intelectual y miembro de Sagrada Familia, una sociedad impulsora de viviendas sociales. Cada miércoles, hasta un mes antes de su muerte, se reunía con antiguos compañeros frente a una taza de café. Cuando sus fuerzas le impidieron salir de casa, la tertulia se trasladaba a su salón con el único fin de compartir tarde y charla.
Sus hijos no lo recuerdan como un directivo. Tampoco como un padre ausente. "Dedicó su vida a la caja, pero nunca sentimos que faltaba. Lo tuvimos siempre con nosotros", decían tras el funeral. Por encima del mérito profesional, ése fue, quizá, su logro más valioso.
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