Un desayuno con Boadella
Desayunar con Albert Boadella es, cuanto menos, divertido. Ayer ese primer café de la mañana (a las 9.00) fue multitudinario. El dramaturgo y director de Los Teatros del Canal, compartió zumo y cruasanes con decenas de personas (la mayoría políticos) en un salón del hotel Ritz, en el Día Mundial del Teatro. Fue en el Foro Nueva Economía, presidido por la presidenta de la Comunidad, su madrina en la capital. Sin embargo, en su vicio de no morderse esa lengua tan afilada como inteligente, Boadella dió rienda suelta a lo que se le ha pasado por la cabeza en los últimos tiempos. Tras su vinculación a Ciutadans y su emigración de Cataluña.
Tras agradecerle a Aguirre su nuevo empleo, soltó: "En las últimas décadas, los arquitectos han sido los protagonistas de las administraciones culturales, sobre todo de sus presupuestos. Y cuando se les ha encargado una infraestructura pública, la exhibición personal ha pasado por encima de la funcionalidad". Toma ya, después de que Aguirre estuviera a punto de echar a Juan Navarro Baldeweg, al arquitecto de los teatros que ahora dirige. Eso sí, aseguró que le parecía un acierto haber dejado la gestión en manos privadas "porque garantizan mayor libertad" y que él no los quería "para un club de exquisitos". La charla estuvo llena de gags sobre la perversión de los términos que rigen hoy la cultura: "modernidad", "vanguardia", "progresía"... Y, frente a esos, hizo una reivindicación de la búsqueda de la belleza a las administraciones propia del Fedón platónico. Eso sí, no se fue sin decir que "el teatro goza de buena salud" y que aunque diga que no desea trabajar más en Cataluña la verdad es que "no me quieren ver ni en pintura".
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