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La eliminación del mayor poblado chabolista de Galicia tardará 10 meses

Un tercio de las familias de Penamoa no quieren los planes de reinserción

Avanza lenta y llena de obstáculos la compleja erradicación del mayor asentamiento chabolista de Galicia, el infrahumano lugar de Penamoa en A Coruña. Un año después del estallido de protestas vecinales contra el realojo obligado de las 99 familias censadas en un poblado con aspecto de inmenso vertedero y considerado foco de venta de drogas, el plan especial para desmantelar Penamoa, iniciado en abril de 2008, se desarrolla paso a paso. El Ayuntamiento calcula que aún tardará, como mínimo, diez meses en lograr la completa eliminación de la barriada.

Veinte familias, integradas por 68 personas, ya han sido realojadas con éxito en pisos de la ciudad o de municipios del entorno. Las palas y las excavadoras para la construcción de la esperada Tercera Ronda, una vía de conexión de la comarca que atraviesa el poblado, tardaron más de un año en iniciar los trabajos. Ahora ya conviven con los 400 chabolistas que aún residen en medio de la inmundicia y la basura de Penamoa.

"No se trata de darles una vivienda, sino autonomía personal y económica"

La pasada semana empezaron las voladuras de unas obras rodeadas de endebles construcciones. Se tiraron 62, una tercera parte de la existentes, pero también se construyeron otras nuevas. Al ayuntamiento no le quedó más remedio que subvencionar maderas y materiales para sustituir, unos metros más allá, las chabolas derribadas de familias con antecedentes penales cuya reinserción social es aún imposible.

Un tercio de los habitantes de Penamoa se resiste aún a entrar en el programa especial y voluntario que los servicios sociales municipales han desplegado, en estrecha cooperación con la Fundación del Secretariado Gitano, para lograr la integración "plena y total" de los chabolistas. Es condición obligatoria abandonar toda actividad delictiva y garantizar deseo de insertarse en la sociedad.

"El objetivo no es facilitarles sin más el acceso a una vivienda, sino trabajar en conseguir su autonomía tanto personal como económica", explica la concejal de Servicios Sociales, Silvia Longueira. Y para ello se necesita tiempo. "Un sólo fracaso tiraría por tierra todo lo que hayamos avanzado", añade Longueira. Cada familia reinsertada es "acompañada" por los servicios sociales durante los dos años posteriores a su marcha de Penamoa. De momento, lo han conseguido 20 que acreditaron una situación económica más o menos estable y recibieron ayudas para alquilar o comprar vivienda "en el mercado".

La edil confía en que la apertura progresiva de los denominados "módulos de convivencia", una especie de centro social temporal diseñado por el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda donde se darán cursos de formación laboral, inserción, hábitos y comportamientos cívicos, acabe por convencer a los más escépticos.

"Hay que darles tiempo para integrarse y aprender a vivir de otro modo, tienen que asimilar que van a cambiar radicalmente de vida", destaca Longueira. A lo que sí se ha renunciado es al proyecto inicial de crear un "poblado de transición", como ensayaron otras ciudades de España. En los módulos de Penamoa, edificaciones prefabricadas de alquiler que costaron 200.000 euros a las arcas municipales, nadie se instalará a vivir. La Fundación del Secretariado Gitano ya ha colgado anuncios de todo tipo de actividades, también lúdicas o de ocio y para todas las edades, que se desarrollarán a partir de abril en cooperación con los técnicos municipales.

La desconfianza reina entre los chabolistas. Pero son también conscientes que adherirse a ese programa de reinserción es el único pasaporte válido para obtener ayudas y abandonar un poblado que la mayoría ansía perder de vista. Penamoa, creado hace 25 años como solución temporal por el ayuntamiento para liberar los terrenos que albergaron el primer centro comercial de la ciudad, habrá desaparecido en 2010. Y quienes no se plieguen a la reinserción serán simplemente expulsados, aunque sea por la fuerza. Quienes conocen la realidad del poblado, en el que viven también medio centenar de toxicómanos, aseguran que no quedarán más de diez familias, las que se dedican al tráfico de drogas.

Huellas de una herida

No hay recetas milagrosas a la hora de desmantelar un asentamiento chabolista. Y menos cuando se trata de una barriada tan extensa y compleja como Penamoa. Desde hace un año, hubo que ir ensayando y rectificando fórmulas, reajustando plazos, salteando obstáculos. "Es una intervención con mucho ensayo-error", reconoce la concejal Silvia Longueira. Y aún perduran, dice, las huellas de "la herida en el tejido social" que se abrió hace un año en Galicia, cuando vecinos de A Coruña y Pontevedra se pusieron en pie de guerra contra acoger en sus barrios a chabolistas gitanos.

Encontrar un piso para una familia de Penamoa es tarea titánica. Los servicios sociales de A Coruña tuvieron que hacer unas 600 llamadas a propietarios con vivienda en alquiler para conseguir que 20 aceptasen tenerlos por arrendatarios. Los representantes vecinales de A Coruña participan, junto a Ayuntamiento, Xunta, Subdelegación del Gobierno, entidades sociales y portavoces gitanos, en la comisión que supervisa el desmantelamiento de la barriada.

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