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CHINA | Laboratorio de ideas

No nos llame, nosotros le llamaremos

China ya no está tan interesada en el capitalismo occidental. Véase el duro trato dado a Coca-Cola y a varios obligacionistas extranjeros de Asia Aluminum, un grupo metalúrgico de Guangdong. El pragmatismo y la conservación propia vencen a la ideología del libre mercado. La comisión china de vigilancia contra monopolios rechazaba el miércoles los 2.400 millones de dólares ofrecidos por Coca-Cola para comprar Huiyuan, un fabricante de zumos. Probablemente temía la pérdida de una gran marca china y de puestos de trabajo nacionales. Respecto a Asia Aluminum, los obligacionistas extranjeros corren el riesgo de perder toda su inversión tras la retirada de la oferta de un Gobierno local. La presión de Pekín fue lo que le hizo cambiar de idea, según una persona enterada de la situación.

La inversión directa extranjera en China está cayendo, pese a que el Gobierno asegura que está reduciendo los obstáculos a la entrada de dinero extranjero. La aprobación de adquisiciones extranjeras caía en enero y febrero un 37%, y la cantidad de capital estadounidense invertido en China en ese plazo se reducía a la mitad, reflejo en parte de la crisis que los inversores viven en sus países.

La inversión extranjera no sólo disminuye de valor, sino que también pierde importancia. La mayoría de la inversión histórica fue a parar a empresas de manufacturas con bajo valor añadido destinadas a la exportación (el 54% en 2008). Ahora que las exportaciones son sustituidas, finalmente, por el consumo interno, restaurar ese flujo de capital no es una prioridad. China se puede permitir ser más selectiva.

Ni siquiera los planes para lanzar un estímulo de 4 billones de renminbi (585.000 millones de dólares) fuerzan a China a abrir sus puertas. Unos ahorros prodigiosos -1,9 billones de dólares en reservas extranjeras y un muro de dinero en manos de los fondos de pensiones y compañías de seguros- deberían facilitarlos. La inversión extranjera directa en 2008 fue de sólo 28.000 millones de dólares, una minucia en comparación.

China, al contrario que EE UU, Europa o Australia, está en condiciones de decidir dónde va ese capital. En empresas farmacéuticas y tecnología ecológica, la investigación y los expertos extranjeros siguen siendo indispensables. En zumos de frutas, probablemente no. Mientras no se reduzcan los desequilibrios mundiales que han llenado los bolsillos de China, son de esperar más disputas proteccionistas. -

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