Cacofonía del paisaje
Resulta paradójico que el título escogido para la segunda edición de esta bienal sea Silencio, cuando no ha cesado el ruido a su alrededor desde la primera convocatoria. Ruido social, político; ruido en torno a la gestión del evento (como la sonora renuncia del director Octavio Zaya en abril de 2008) y ruido de fondo desde otras instituciones canarias, como la Fundación César Manrique, pionera en la relación entre arte, paisaje y arquitectura, que no participa en la bienal. No lo hace porque ha planteado 21 pleitos contra el Gobierno canario por el exceso de plazas turísticas y su consiguiente daño al paisaje, de los que ha ganado 20, que ha permitido anular más de 3.000 plazas.
Segunda Bienal de Canarias. Arquitectura, Arte y Paisaje
Varias sedes en Las Palmas
de Gran Canaria y en Tenerife
www.bienaldecanarias.org
Hasta el 3 de mayo
El paisaje es un tema especialmente sensible en el archipiélago, tanto en la calle como en los círculos artísticos y otros relacionados con el medioambiente. Por eso, en esta bienal patrocinada por el Gobierno de Canarias, que aporta dos millones de euros, no se puede obviar el contexto. El ruido.
Si la primera edición impuso un despliegue de un centenar de obras en las siete islas, imposible de visitar, en ésta se han concentrado solamente en las ciudades de Las Palmas y Tenerife. En general, quizá se haya acentuado demasiado la presentación de proyectos arquitectónicos sobre los artísticos en las exposiciones. Siendo arquitecto el director de esta edición, Juan Manuel Palerm, eso no sorprende. El problema es que los planos, fotos y maquetas, sobre todo en abundancia, son difíciles de comprender y desentrañar en los densos y poco pausados recorridos que proponen las exposiciones. Hubiera sido más práctico -y económico- editar un libro con las seguramente muy interesantes propuestas llegadas de más de 60 universidades y estudios de todo el mundo.
Inmersiones. Paisaje de redes: sistemas, mallas y estructuras (Infecar, Las Palmas) combina proyectos paisajísticos, fotografías, infografías, proyecciones y algunas obras plásticas en un afán de convivencia interdisciplinaria algo cacofónica. Todos "hablan" a la vez. Destacan en la muestra los proyectos para la recuperación de la laguna de Venecia. La muestra continúa en el CAAM con un conjunto de obras que, de alguna manera, se acercan al paisaje contemporáneo. Unas más y otras menos. Entre las más, las pinturas terrosas de Scully o Hernández Pijuán o las montañas marinas de Nobuo Asada. Dentro de esta exposición hay otra, Periferias (comisariada por Rosa Olivares), con fotografías de Montserrat Soto, Stéphane Couturier, Francesco Jodice, Xavier Ribas, Sergio Belinchón y Gabriele Basilico, entre otros. Paisajes en los márgenes de la ciudad en los que la arquitectura parece arqueología, y donde la construcción y la destrucción se confunden. Es la muestra más coherente dentro de la bienal, aunque muchas de las imágenes sean ya bastante conocidas. En el Gabinete Literario destaca también la videoinstalación de Scanner y Olga Minsk, Atlántida, en la que unos globos blancos puntúan sutilmente el territorio.
En Tenerife, el título que engloba las exposiciones es Escenas y escenarios. Paradojas del bienestar: el consumo de imaginario y el imaginario del consumo. Es decir, la forma en la que ocupamos y usamos el paisaje. La cultura -y economía- del ocio. Los suizo-brasileños Dias & Riedweg han realizado en el TEA una videoinstalación sobre el cruising en la playa nudista de Maspalomas. Paraíso cansado es una ficción sobre el deseo y la frustración de gente perdida entre las dunas. El recorrido por el espléndido nuevo Museo de Herzog & De Meuron tiene paradas obligatorias en la instalación Vida íntima de los callaos -cientos de frascos con arena y piedras de playas de Canarias y el mundo- o en las imágenes de plataformas de baño de White Arkitekter. En la Sala de Arte Contemporáneo, el trabajo de Fernando Prats en Los hervideros de El Hierro -papeles impregnados de carbón, "pintados" por efecto de las olas, junto al vídeo que ilustra el proceso- contrasta con la serie de fotos de Carlos Schwartz, que abordan algunos de los conflictos más sonados de atentados contra el entorno natural de las islas.
En resumen, poco arte y muchas ideas para el debate. Esperemos que al final sean útiles y no sólo ruido blanco -el que concentra todas las frecuencias audibles-, cacofonía o simple papel mojado. -
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