Disparando en la noche
"Los hijos de puta siempre te disparan de noche, cuando lo único que hay es un médico de guardia novato con un cerebro somnoliento", se quejaba Carlito Brigante, el personaje interpretado por Al Pacino en Atrapado por su pasado (Carlito's Way, 1993 Brian DePalma). Exceptuando la grosería inicial, propia del lenguaje de un ex convicto o del de algún orador del PP de Ourense, la frase define de forma bastante precisa el momento político actual: todos están en la situación menos favorable de las posibles (excepto para el PP, la de no haber ganado o para el PSdeG y el BNG, la de no haber perdido, claro está).
El PP, y en concreto Alberto Núñez Feijóo, que es el artífice y el símbolo de la victoria, estaría ahora más cómodo si no hubiese realizado una campaña tan, digamos, agresiva. Porque le va a ser difícil cumplir ciertos compromisos tan estentóreos y tan poco matizados. Un ejemplo menor es el del coche presidencial, un argumento central de campaña que ha tardado menos de una semana en volver como un boomerang en forma de noticia de que el líder del PP gallego llevaba tres años utilizando un coche cedido gratis et amore. Hay ejemplos mayores, a tenor de las declaraciones del propio Feijóo en las varias entrevistas que ha concedido. El concurso eólico ha pasado de ser un "dedazo para amiguetes" a un proceso que se va a estudiar jurídicamente "para ver si hubo posibles vicios en esas adjudicaciones" y, desde luego, "aquellos concesionarios que hayan presentado buenas ofertas, nunca tendrán problemas". Las normas del Hábitat tampoco se suprimirán, a la espera de que puedan ser mejoradas para que no "coarten la creatividad" (¿la inmobiliaria?).
Feijóo estaría ahora más cómodo si no hubiera adquirido compromisos tan difíciles de cumplir
El decreto del gallego sí se derogará, faltaría más. Pero no la Lei de Normalización, es decir, habrá menos clases en gallego, pero las habrá para todos, opinen lo que opinen los padres. Porque en ningún momento de la campaña, ningún dirigente popular quiso desanimar al público más receptivo a la soflama lingüística explicando que segregar a los niños por su idioma es dudosamente constitucional (sí, ya sé que en el País Vasco lo es) y materialmente imposible. Unos escogerían la educación en castellano, otros en gallego, y otros en cuarto y mitad, con lo que no habría cuerpo docente que aguantase tanta variedad de opciones. Por no hablar de cómo se pretende asegurar que los alumnos superen secundaria con conocimientos de los dos idiomas, si uno de ellos no se lo enseñan ni lo oye en casa. El tema de la regulación no arbitraria de las ayudas a la prensa es otro de los asuntos que "preocupan" al presidente electo, pero le garantizo que más preocuparía a las empresas que le preocupase, sobre todo a las que han apostado a su favor.
El PSdeG también está, dentro de lo malo, bastante lejos de la situación ideal, aunque la casa matriz se haya ocupado de salvar los trastos mientras amaina el temporal. Su conclusión de que la pérdida electoral se debió a las malas compañías nacionalistas recuerda un poco a la excusa aquella de que "eran dos, pero nos rodearon". Y sobre todo, no es que sea un bagaje teórico demasiado útil para las elecciones municipales que están a la vuelta de la esquina, en las que en muchos lugares estará abocado a tropezar con la misma piedra. Y no por razones políticas, sino matemáticas. Quizás sería más eficaz reflexionar sobre los errores, tanto los propios, que alguno habrá habido, como los comunes del tipo concreto de coalición establecida.
Y peor está el BNG, que se ha quedado huérfano y con los habituales demonios familiares sueltos y campantes, ávidos de echarse los unos contra los otros. Una situación algo así entre La noche de los muertos vivientes y Desmadre a la americana. Alargar el debate hasta octubre no parece probable que vaya a contribuir a serenar posturas, aclarar ideas, otear la sociedad realmente existente y decidir el rumbo hacia ella, sino más bien dar oportunidades a los entusiastas de las vías de agua o a los de aferrarse al timón y mantener la ruta caiga quien caiga. Y encima es la única formación que carece de un think tank o similar que contribuya a formular proyectos y a proponer soluciones.
En resumidas cuentas, el electorado ha disparado de noche o resulta que, como decía George Bernard Shaw, "la democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos".
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