Choque de mitos
Vuelve la Champions para oxigenarnos de los debates localistas y devolvernos la visión europeísta de la competición. Atrás quedan los debates de remontadas y despegues para volver al sistema de eliminatorias, en el que la recuperación es inmediata y te lleva al bombo de los cuartos de final o te deja como espectador de lo que acontezca a partir de ahora. Ésa es la gran verdad de una competición que se pasa tres meses especulando sobre cruces, grupos y otras zarandajas para llegar a este momento en el que o pasas o te vas a la calle (y pocas especulaciones quedan detrás de esto, más allá de las eliminaciones honrosas o frases como aquélla de "cayeron con las botas puestas", señal inequívoca de que te has quedado fuera).
Éste es uno de esos partidos con los que se construyen las leyendas de los grandes clubes
Permítanme que de todos los partidos que esta jornada de vuelta propone me quede con un choque de mitos que se dará en Anfield. Solamente por ponernos en situación, recordar que el Madrid llega con desventaja en el marcador y con la necesidad de remontar la eliminatoria. Para ello parece importante que el Liverpool no logre ningún gol y que su ventaja sea únicamente el tanto de Benayoun.
Pero cuando uno piensa en ese estadio mágico y empieza a sonarle esa cancioncilla pop convertida en himno que consigue poner la piel de gallina a todos los que se acomodan en él, empieza a imaginar a oleadas de jugadores vestidos de rojo asaltando el área del equipo merengue. Uno siente que la propuesta del Liverpool se debería acercar a las mejores versiones de un club que se ha distinguido del resto de los ingleses por su respeto a la pelota, por el hecho de que ésta es utilizada para atacar, distraer y volver a atacar.
Y este esquema, que podría ser claro en el césped y en la grada, empieza a adquirir matices cuando miramos a la banda de Anfield y nos fijamos en su pequeño banquillo para ver sentado en él (hay que fijarse mucho para conseguir esa pieza codiciada del entrenador del Liverpool sentado durante la disputa del partido) a Rafa Benítez, estratega sagaz, estudioso del fútbol y un héroe para la afición del Mersey. ¿Hasta qué punto va a poder retener Benítez a sus jugadores, que, espoleados por su afición, parecerían deseosos de salir agresivos y deseando liquidar la eliminatoria en los primeros minutos del partido? ¿O va a desplegar todo su carisma dentro del minúsculo vestuario local para convencer a sus jugadores de que quienes deben hacerse con el mando del partido son los que van por detrás en la eliminatoria?
Hace unos años, tras vencer el Liverpool en el Camp Nou por 1-2, pude asistir al partido de vuelta de la eliminatoria. Tuve el placer de sentir en mi piel todo el mito de un estadio lleno de fútbol y de detalles referidos al juego y sólo al juego para disfrutar de una primera media hora arrolladora de los reds sólo salvada por la magnífica actuación de Víctor Valdés. Pero, cuando la segunda parte fue adelante y el 0-0 seguía en el marcador, el Barça se hizo con la pelota y, poco a poco, empezó a generar fútbol y algunas buenas oportunidades. El encuentro finalizó 0-1 y un disparo al palo de Ronaldinho (parece que hace años que el brasileño jugaba de azulgrana) estuvo a punto de dar el pase al Barça. Sé que un espía culé puede no ser muy fiable para los seguidores madridistas, pero les aseguro que, aun en la peor de las circunstancias, el Madrid tendrá su oportunidad para dar la vuelta a la situación. O eso es lo que mi experiencia me muestra.
¿Será un encuentro de este estilo o sacará Benítez la calculadora táctica para desbaratar el juego del Madrid? Una cosa es segura: éste es uno de esos partidos con los que se construyen las leyendas de los grandes clubes. Sólo nos falta saber cuál de las dos gloriosas enciclopedias que resumen la historia de estos dos mitos del fútbol europeo tiene mañana [hoy] una nueva página enmarcada en oro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.