Al calor de Guipúzcoa y Navarra

EA es un partido cojo. La paulatina pérdida de presencia institucional ha acabado por inclinar el partido hacia Guipúzcoa y Navarra, los dos territorios donde aún mantiene ciertas cuotas de poder y logran enmascarar la crisis interna y de identidad. Cuenta con un europarlamentario, seis diputados en Navarra y sólo uno en el País Vasco. El año pasado perdió su representante en el Congreso. De los diez junteros, siete corresponden a Guipúzcoa, dos a Álava y uno a Vizcaya. Cuenta con 404 concejales y gobierna en 19 municipios -hace diez años eran 29-, de los que casi la mitad (nueve) son navarros.

Su integración en la plataforma Nafarroa Bai (NaBai), donde convive cómodamente con Aralar, el PNV y Batzarre, le ha permitido alcanzar un protagonismo político en esta comunidad foral que en solitario no hubiera podido conseguir. Guipúzcoa es el otro gran desahogo del partido. Forma parte del gobierno foral, donde gestiona la cartera de Hacienda, y alcaldías relevantes como Zarautz, Zumaia, Deba o Astigarraga.

El batacazo electoral en las autonómicas le relegará al Grupo Mixto, en compañía de EB y UPyD, la peor situación imaginable para el partido. Tras compartir tareas de Gobierno durante diez años de la mano del PNV de Juan José Ibarretxe -gestionó tres carteras en la última legislatura-, EA se ha visto fagocitada por su socio nacionalista en el tripartito y deberá acomodarse ahora en la fría oposición.