"Tenemos un equipazo"
Nadal resalta la fortaleza del conjunto español y Gimeno afirma que "esta generación puede ir a cualquier parte y ganar porque no tiene que preocuparse del tipo de pista"
Llega Rafael Nadal entre aplausos tras ganar por 6-4, 6-4 y 6-1 a Novak Djokovic, consulta el teléfono móvil, ve que le ha escrito Rafael Maymo, su fisioterapeuta, para felicitarle por el triunfo de España sobre Serbia (4-1) en la Copa Davis y enseguida comenta la gran obra que está construyendo con sus compañeros a través de sus recuerdos de la infancia. "El tenis español está viviendo un muy buen momento", dice entre un revuelo de flashes. "De niño, recuerdo los tiempos de Sergi Bruguera, también la época de Emilio Sánchez Vicario [el capitán del conjunto ganador en 2008], aunque un poco menos, y por supuesto la de Juan Carlos Ferrero,Carlos Moyà o Albert Costa, que viví en primera persona
"De niños, aprendieron a jugar en todas las superficies", recuerda el veterano ex campeón
"El problema", matiza, "es consolidar un doble como Arilla-Santana u Orantes-Gisbert"
[fue abanderado en la final ganada a Australia en Barcelona en 2000]", cuenta cuando le dicen que su generación está derribando barreras; que no hay otro equipo así en el mundo; que España, según los expertos, va viento en popa como mínimo hasta las semifinales. "Ellos también tenían un equipazo. Ferrero y Moyà también tenían finales en torneos del Grand Slam sobre pista dura. Albert ganó Roland Garros. Ése era un equipazo también". matiza.
Habla Nadal y describe al equipo que lidera como un producto de los anteriores. Es, sin embargo, una versión mejorada; el Brasil del tenis, que le llaman; la selección que más títulos lleva en el siglo XXI (tres), invicta como local desde hace 15 eliminatorias. Éstos son sus poderes. En Mar del Plata (2008) y sin el mallorquín, este grupo ganó el primer título de la Copa Davis fuera de España, lo que no consiguió la generación de Manolo Santana, derrotada doblemente por Australia (1965 y 1967). En la defensa del título, en 2009, España ya ha avanzado hasta los cuartos de final, en los que le espera Alemania, lo que no consiguieron los campeones en 2000 y 2004 dando pábulo a lo que se llamó el maleficio tras sus dos derrotas en la primera ronda.
La conclusión la pone Andrés Gimeno, ex campeón de Roland Garros: "Esta generación puede ir a cualquier parte del mundo y ganar porque no tiene que preocuparse de en qué tipo de pista jugará. Éstos, desde pequeños, han aprendido a jugar en cualquier superficie porque se han dado cuenta de que sin jugar en rápida no rascarían nada... Pero el problema es consolidar el doble. Falta una pareja como la de José Luis Arilla y Santana, como la de Manuel Orantes y Juan Gisbert o como la de Sergio Casal y Emilio Sánchez Vicario, que dieron puntos importantes a España".
Nunca, sin embargo, ha tenido España una camada de tenistas tan densa en nombres, talentos y competitividad multipista. Éstos son los datos. Hay nueve españoles entre los 50 mejores jugadores del mundo y dos entre los diez más dominadores. Eso quiere decir que lo mismo juegan en tierra que en cemento, que no reniegan de la hierba y que las opciones de las que dispone el equipo superan a las que tuviera antes cualquiera. Entre esos tenistas se han repartido ya cuatro títulos en los dos meses largos que se llevan de 2009. Tres llegaron en tierra: Tommy Robredo ganó en Costa do Sauipe y Buenos Aires; Nicolás Almagro, en Acapulco. El otro, sobre cemento: Nadal, en Australia. Y todo, y amplificado por un descubrimiento: Fernando Verdasco, la gran sensación en Melbourne, que anda recluido desde hace tres semanas en Las Vegas, donde cura con sigilo una lesión en el peroneo.
"Hay más gente polifacética, gente que puede hacer más cosas, jugar individual o dobles, que nunca", dice Albert Costa, el seleccionador; "Esta generación tiene a Nadal, el número uno, el español que más torneos grandes ha ganado, el más mediático. Eso lo tengo claro, pero también se han vivido generaciones muy buenas: la de Ferrero, Moyá, [Àlex] Corretja, [Alberto] Berasategui y yo mismo. La diferencia es que esta generación tiene un tenista que le hace dar el salto de nivel".
Éstas son las actitudes que reflejan los nuevos tiempos. Santana, con quien empezó todo, tuerce el gesto el sábado, tras el primer partido de Nadal, que gana cediendo sólo tres juegos a Tipsarevic: "Ha estado irregular, pero, claro, es difícil concentrarse en un partido que ha parecido un entrenamiento". El número 47 del mundo sólo le ha valido para practicar al uno.
Sigue la misma tendencia David Ferrer, crítico y autoexigente, azuzándose a sí mismo en público. "Llevo una temporada buena", dice el alicantino; "he perdido dos semifinales teniendo bola de partido y he alcanzado una final, en Dubai. Tengo chispa y vuelvo a disfrutar del tenis. Pero estar de nuevo entre los diez mejores lo considero complicado. No me veo consistente para volver a serlo. Hay gente joven con mucha fuerza".
Y se marcha tan tranquilo. Como si no acabara de ganar en tres sets a Novak Djokovic, el tercer mejor tenista del mundo. Es lo que se exige este equipo de España. Siempre, la victoria.
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