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Reportaje:Europeos en pista cubierta

No se está mal en el fondo

Natalia Rodríguez logra su primera medalla, una plata en el 1.500, y Jesús España consigue su tercer bronce en el 3.000

Carlos Arribas

Dwain Chambers batió el récord de Europa de los 60 metros corriendo la semifinal en 6,42s, la tercera marca mundial de la historia; corrió dos décimas más rápido que cuando era un yonqui andante, según su propia expresión, que sudaba en todos los aeropuertos con la maleta llena de doping y que se trajinaba 300 pastillas diferentes al año. A este milagro, que se puede multiplicar hoy en la final si, como parece probable, el británico bate el récord mundial (6,39s, Mo Greene), muchos le llaman madurez. Chambers, añaden, ha salido del infierno y a los 30 años tiene la cabeza en su sitio, un hombre libre que puede expresar su real valor. Como si todo fuera cuestión de cumplir años.

Beitia tendrá que saltar dos metros, al menos, para tocar chapa en la final de altura de hoy
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Como madurez, y con más sensatez, puede definirse la muerte de Nico, el osito de peluche que Ruth Beitia colocaba como espectador privilegiado de todos sus brincos de espaldas sobre un rincón. La saltadora cántabra ha decidido dejarlo en casa, olvidarse de mascotas, de ritos, convencida, por fin, de que su valor está en sus piernas, en su cabeza. Se clasificó Beitia para una final (hoy, 15.40) en que calcula que tendrá que saltar dos metros, al menos, para tocar chapa. Será esa altura la verdadera prueba de madurez de Beitia, que nunca ha logrado esa marca en un gran torneo.

Otros dos españoles ya han pasado por ese factor de crecimiento atlético que consiste en estar a la altura de las expectativas. Uno, Jesús España, que parece que nació maduro, sensato y muy consciente de lo que le podía pedir a su carrera y ésta podía devolverle, ya lo consiguió por primera vez en 2002, cuando era un muchacho de 23 años, y lo ha seguido repitiendo. Por eso, su gesto de levantar tres dedos tras terminar tercero por tercera vez en una final europea de 3.000 metros en pista cubierta tenía un sentido múltiple. "Mi tercer bronce", dijo el chico de Valdemoro, y en su gesto se mezclaban tanto la alegría -vista la carrera, vista la forma extraordinaria del alegre Mo Farah, un atleta que se puso al frente de la prueba en el 800 con un ritmo rápido y regular, 2,33 el kilómetro, que aniquiló toda oposición, la victoria fue un asunto imposible para España-, como una cierta fatiga, la de aquel que se ve condenado a repetirse, y un deje de frustración, la de quien quiere convencerse de que ha hecho todo lo posible pero no acaba de creerlo. Mediada la carrera, cuando vio los tiempos de paso, entró España en lo que algunos llaman parálisis por análisis y él definió como "recuerdo de un mal momento". "En Valencia, hace unas semanas, corrí una carrera a los mismos ritmos. Alegre me pegué a los kenianos y al final reventé", dijo. "Ese recuerdo me hizo ser más calculador, he guardado fuerzas y al final he comprobado que me sobraban". Quizás otra actitud le habría permitido superar a Tahri por la plata, pero la que tomó le aseguró el podio.

Beitia decidió matar a Nico después de la frustración olímpica y Natalia Rodríguez, que se fue de los Juegos mustia pese a terminar sexta, decidió acortar las vacaciones, volver a los entrenamientos con ganas de comerse el mundo, con las ideas claras de lo que deseaba, y pensando que experimentar la pista cubierta plenamente por primera vez a los 29 años no era una mala idea. Todo ello confluyó en la tarde de ayer en una carrera de 1.500 en la que no temió hacerse con el control en cabeza a los 800 metros, lo que concluyó en una plata, el primer podio, el primer éxito a la altura de su talento. "Se lo dedico a Guadalupe, mi hija, y a Miguel

mi entrenador", dijo la atleta de Tarragona. La maternidad, repite siempre que le preguntan, que es siempre, le cambió la vida, la mentalidad. "Me hizo madurar", dijo una atleta que ha necesitado ver para creer que era capaz de conseguir todo aquello que quienes la rodean observaron desde el principio, su enorme talento. Su táctica, arriesgada, nacida de la confianza, de la falta de dudas, la permitió acabar con todas salvo con una, con una rusa que se llama Anna Alminova y que más que una atleta parece una máquina programada. Alminova, que es capaz de bajar de los dos minutos en el 800, también disfruta en distancias más largas, y por la mañana, unas horas antes de la final de 1.500, disputó la semifinal de los 3.000, en la que hoy (16.30) será también la favorita junto a otra española, Nuria Fernández, quien protagoniza otro caso curioso. Hace tres semanas, Nuria corrió un 1.500 con Natalia. Logró la mejor marca mundial del año (4m 01,77s, una marca de estilo ruso), dejó a Natalia a siete segundos. Pese a eso, ha preferido correr la carrera de las 15 vueltas, privando, en cierta manera, de cierto brillo a la plata de su compañera.

Resultados. Hombres. 3.000m. 1. M. Farah (RU), 7m 40,17s. 3. Jesús España, 7m 43,29s. 4. Sergio Sánchez, 7m 45,29s. 9. Francisco España, 8m 03,45s. 400m. 1. J. Wissman (Sue.), 45,89s. Altura. 1. I. Ukhov (Rus.) 2,32m. Triple salto. 1. F. Donato (Ita.) 17,59m. Mujeres. 1.500m. A. Alminova (Rus.), 4m 07,76s. 2. Natalia Rodríguez, 4m 08,72s. 400m. 1. A. Krivoshapka (Rus.), 51,18s. Longitud. 1. K. Balta (Est.) 6,87m. Pértiga. 1. Y. Golubchikova (Rus.) 4,75m.

Anna Alminova se impone a Natalia Rodríguez en el 1.500.
Anna Alminova se impone a Natalia Rodríguez en el 1.500.EFE
El británico Farah recibe la felicitación de España.
El británico Farah recibe la felicitación de España.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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