El fútbol vuelve al Camp Nou

Apareció el sol y el Barcelona recuperó su mejor color después de un mes de mucho viento. Abonado como estaba a la victoria, cinco partidos sin ganar son muchos para un equipo que arrancó a ritmo de récord y a día de hoy mantiene abiertos los tres frentes competitivos. Los azulgrana han encontrado aparentemente en el penalti parado por el portero suplente Pinto en Mallorca el punto de inflexión que se escapaba a las figuras. Así de caprichosos son los guiños del fútbol. A veces alcanza con una jugada protagonizada por un jugador insospechado en un momento crítico para recuperar la fe. Anoche, el Barça volvió a jugar muy bien a fútbol y la mayoría de sus jugadores mejoraron actuaciones anteriores, circunstancia que reanimó a una hinchada muy triste por los ocho puntos consecutivos que había descontado su equipo.

Alrededor de Iniesta, el juego azulgrana fue fluido y veloz, imposible para el rival

El marcador fue mezquino con el ataque y gol barcelonista del segundo tiempo, de la misma manera que había sido generoso al inicio cuando el Athletic sólo había cedido en dos jugadas a balón parado. Arriesgó el entrenador con sus mejores peloteros en un momento de angustia y respondió el equipo con una buena actuación frente a un adversario desbravado, que no entregado, después de sellar su clasificación para la final de la Copa.

A Guardiola le preocupaba especialmente que el equipo recuperara sus mejores sensaciones con la rapidez que las perdió por estrés, porque los rivales le tomaron la matrícula o por los caprichos del fútbol. Así que ayer alineó a los jugadores que mejor dominan la ideología del club, zagueros como Puyol y Piqué, delanteros del calibre de Messi y especialmente medios que mezclan bien como Xavi, Busquets e Iniesta. Los mismos centrocampistas que hace un mes firmaron contra el Sporting el último triunfo azulgrana. El Barça volvió a ser anoche el líder reconocible por su buen sentido de equipo y porque se reencontró con una clara victoria.

Los barcelonistas tomaron la pelota, apretaron arriba, combinaron y cambiaron de ritmo en la divisoria y, como es costumbre, concedieron una ocasión por cada tres remates suyos. Yeste, por ejemplo, disparó desviado, sobre la salida de Valdés, después de un error en el control de Piqué en la jugada previa al gol de Busquets, que cabeceó una falta lateral botada por Xavi. La jerarquía de Busquets fue indiscutible en un colectivo tan agresivo y solidario con la pelota como falto de toque y precisión en el último pase y en el chut a portería. Aunque el volumen de juego era muy alto, se generaban pocas oportunidades porque Puyol no pone los centros como Alves y a Eto'o le podía la ansiedad.

Marcó Busquets a balón parado y a la media hora Messi transformó un penalti muy discutible de Gurpegi a Iniesta porque el central puso pie en tierra a la que el interior le encaró con la pelota. La estrategia recompensó la determinación azulgrana más que penalizar el plan del Athletic. Los rojiblancos salieron fieros a la cancha, siempre intimidadores por los excelentes movimientos de Llorente, y defendieron fuerte y bien el ataque estático de los barcelonistas hasta el penalti. Prendió entonces la mecha del juego azulgrana y Messi se marcó un par de jugadas estupendas ante el jolgorio de la hinchada, nuevamente feliz tanto por el juego de los suyos como por el gol de Forlán en Chamartín.

El buen momento azulgrana no se interrumpió con el descanso sino que se aceleró en la reanudación. Los muchachos de Guardiola contaron hasta 12 remates en media hora. Iraizoz estuvo entonces tan espléndido como afortunado el Athletic y negado el Barça. Aunque la serie de disparos fue espléndida, a los barcelonistas les falló el punto final. Obcecado por marcar, Eto'o ha perdido puntería. Ya no remata de primera sino que se ofusca en las jugadas, se pierde en los regates y no da con la portería: los postes le devolvieron ayer dos tiros. A falta del Pichichi, buenos son los centrocampistas, y anoche éstos completaron una excelente actuación coral. Necesita el Barça de Iniesta y Busquets, que entiende el juego posicional mejor que Touré.

A cambio de perder físico, los azulgrana ganaron fútbol y recuperaron sus señas de identidad. Volvieron a ser un equipo agresivo con la pelota e imparable en la velocidad de ejecución de la jugada. Y, una vez renovada la confianza, hasta acabaron por cerrar bien su portería mientras la afición festejaba el empate cedido por el Madrid en Chamartín. El barcelonismo ha recuperado la sonrisa porque su equipo volvió a ganar después que su gran rival descontara los primeros puntos tras diez victorias consecutivas.