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Columna
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Corrupción

La crisis lo ocupa todo. Es pegajosa e impregna por igual la gestión pública, las noticias de los medios de comunicación y el papel de los ciudadanos ante la administración, aunque a la mayoría de los ciudadanos no parece importarles mucho. Es asunto que no preocupa a la mayoría a pesar del espacio que tiene en las portadas y entre la clase política. Está bien dedicarle tanta atención porque es algo que pudre el sistema. Es imposible hablar de medidas contra la crisis si nos atenaza la corrupción. Por eso ha sido positivo que el PSOE haya expulsado de manera fulminante a sus militantes de Alcaucín. Es un ejemplo que debía seguir el PP cuyo alcalde de Alhaurín todavía sigue en sus filas. Es fácil recordar aquellos gritos del alcalde popular "no vienen a por mí, vienen a por el PP" o las excursiones de apoyo que organiza el imputado. Nada de eso parece preocupar en el principal partido de la oposición, aunque nos preocupen a los demás. La única manera de acabar con la corrupción es ser exigentes, inmisericordes. Cabe pensar que algo sabrá Juan Martín Serón cuando se lanza un manto de silencio sobre su caso y cuando los dirigentes del PP dicen con respecto a Alcaucín que son "casos diferentes". Ellos lo han hecho diferente.

En Baena, aparte del componente sensual del caso, vuelve a la escena Luis Carlos Rejón. Parece que no nos podemos librar del anterior líder de IU, que de una manera o de otra termina de protagonista. Ahora participa en la denuncia de la trama aunque el hombre dice estar preocupado. Los demás lo estamos también, por el caso Baena y por no librarnos nunca de él. Jerez es caso aparte. La portavoz del PP, diputada y anterior alcaldesa, María José García Pelayo, ha sido acusada por la actual alcaldesa, Pilar Sánchez, del PSOE, de dos asuntos peliagudos: de haber contratado en su época con dos empresas investigadas por el juez Garzón en la trama Gürtel y por otra actuación urbanística, el caso Huertos de Ocio. Es curioso que hace unas semanas se vio envuelto en situación parecida otro ex alcalde de Jerez, Pedro Pacheco. Pilar Sánchez ha levantado ahora las alfombras y va a sacar a la luz las irregularidades que ella o sus técnicos han visto en gestiones anteriores. Está muy bien que sea así. Da que pensar que ocurra todo en tan breve espacio de tiempo y cuando ella lleva más de dos años en el cargo, pero hágase la luz sobre toda la gestión y que los tribunales decidan. Queda un poco chusco, eso sí, que anuncie conversaciones telefónicas con jueces de la Audiencia Nacional en un pleno municipal. Debemos pensar que fue con algún funcionario del juzgado y que la alcaldesa quiso darse un poco de importancia porque si no sería algo verdaderamente grave, inexplicable desde luego. Este furor justiciero de la alcaldesa de Jerez es plausible aunque insólito en nuestra democracia. Casi siempre que se produce un cambio de gobierno los nuevos regidores pasan página y se ponen a gestionar. Bienvenido sea este nuevo proceder porque nos permitirá conocer mucho más de las gestiones anteriores. De paso Pilar Sánchez igual acaba con dos adversarios si la operación le sale bien. Es posible que las próximas elecciones municipales jerezanas se diluciden en los juzgados.

Estos asuntos, en cambio, no hacen mella en el electorado. Como es normal la gente anda pendiente de sus propios problemas, casi todos de tipo económico. Y es lógico que hagan responsables de ello a los gobernantes, como dijo el presidente de la Junta. Es menos normal que también reciba el desgaste Javier Arenas. Debe ser que como lleva tanto tiempo y también ha gobernado mucha gente lo ve parte del sistema y rechaza por igual al que gobierna y al que está en la oposición. Es bueno para el PSOE pero no sé si lo es para el conjunto del subsistema andaluz, que diría Javier Pérez Royo. Es preferible que los partidos tomen nota ahora a que luego venga el llanto y el crujir de dientes.

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