"Un hombre sin cuernos es como un jardín sin flores"
Llega al desayuno después de haberse tomado un litro de agua y una piña afrodisiaca; fue uno de los galanes más guapos del cine español, y cuando aún era, decían, apetitoso tuvo una depresión agudísima de la que le salvó la llamada de su hija, una niña. Estaba en Oslo, entre nieves, rodando con Charlton Heston, y se sintió una piltrafa. Era 1972.
Se levantó. Y no ha parado de trabajar, en el cine, en el teatro, en la televisión, donde acaba de ser el general Armada. Pero lo ha pasado muy mal, de psiquiatras. Tiene en la cartera un certificado de loco que le dieron en Nueva York. Un día se sentó con su amigo Rafael Azcona y le contó su retahíla de fracasos. El añorado guionista le escuchó con paciencia y al final le dijo: "Con lo que te ha pasado Dostoievski no haría ni media página...".
El actor cumple 69 y rueda su filme 169º. "Y en el juego sexual he sido 6 y he sido 9"
Juan Luis Galiardo. Ayer estaba exultante; pidió de desayunar tostadas con aceite, "yo tomo un litro de aceite al día", y después contó la razón de su contento. Jesús Bonilla, el actor y director, le había llamado para hacer con él y con Antonio Resines una película del estilo de El oro de Moscú, La daga de Rasputín. Va a hacer con Jorge Lavelli El avaro de Molière en el Centro Dramático Nacional. Va a estrenar Esperpentos, de José Luis García Sánchez, el último guión de Azcona. "¿Y tú no tomas aceite? Al periodismo le vendría bien un poco de aceite". Y le han llamado para otra película...
Viene de Alcalá de Guadaira, donde el cine andaluz le dedicó un homenaje este último miércoles. "Fui con mi amigo José Luis García Sánchez, vinieron mis hijos, mis hermanos... Y volví con José Luis. Un tipo fantástico, tan divertido. Él cuenta cosas mías que yo las escucho como si le hubieran pasado a otro. Su mujer, Rosa León, dice que no sabe si está enamorada de él todavía, pero lo cierto es que le divierte muchísimo. A mí me divierte, pero no sé tampoco si estoy enamorado de él". Le falta Azcona, muerto hace un año: "Nos hace tanta falta... Ah, Azcona, era el genio en estado puro. Pensó un papel para mí, en 1983, y después me regaló 10 papeles más. Su generosidad no tiene parangón. Y mira, hizo de Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán este guión que le hubiera encantado a Valle".
Ahí Galiardo es tres personajes, y el que prefiere de todos es el de Friolera. "El cornudo teniente Friolera. Un hombre sin cuernos es como un jardín sin flores. Y tiene que ser así. Tu mujer tiene el mismo derecho que tú a sus propios viajes, a pasear por otros cuerpos y por otros perfumes... Y fíjate yo mismo, que empecé siendo el don Juan Tenorio de los cojones y soy ahora el teniente Friolera de la puñeta".
Las tostaditas están buenísimas. ¿Y el ego? Dicen que los artistas desayunan egos revueltos. "Pues mi ego está en un 10% de lo que fue. No es nada. Ahora ha muerto mi primera mujer, Juana, la madre de dos de mis hijos. Y fuimos a buscar las cenizas. Cuando ves que alrededor disminuye tu mundo a hachazos, como el de la muerte de Rafael, no hay ego que valga, se va al suelo". El 2 de marzo cumple 69 años, "dos números tan hermosos; lo he jugado mucho en la ruleta, y en el juego sexual he sido 6 y el 9, he sido todo. Ah, y no te he dicho, la película que ruedo ahora, Asesino a sueldo, de Salomón Chang, es la número 169 de mi vida".
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