Arquitectura 'on the rocks'
Varios proyectos de última generación exploran la posibilidad de diálogo entre las construcciones y el hielo
Un enigma traslúcido envuelve al hielo. Este elemento rotundo deja pasar la luz. Y ese filtro sorprende. La mezcla de cualidades opuestas resulta ambigua. Y la ambigüedad desconcierta. O sugiere. Convierte los materiales que evocan el hielo (los cristales lavados al ácido o el efte) en acabados indefinidos y, por lo tanto, en fachadas muy contemporáneas.
La paradoja no se da sólo entre la rotundidad y la semitransparencia. Un edificio obligado a ser grande puede, con un acabado translúcido, ser a la vez ingente y discreto. Así, las cualidades del hielo son idóneas cuando los arquitectos buscan que los grandes inmuebles borren su presencia. En esa búsqueda de un material contemporáneo, la naturaleza del hielo ha inspirado varios proyectos recientes.
Un edificio obligado a ser grande puede ser discreto con un acabado traslúcido
En Jaca, Juan Coll-Barreu y Daniel Gutiérrez Zarza han construido un pabellón para alojar pistas de patinaje artístico y jockey. El edificio habla de futuro desde una indefinición que define. De un lado, dibuja el nuevo perfil de un barrio todavía desligado del centro pero regenerado ahora con las nuevas instalaciones. De otro, apuesta porque el paisaje natural gane protagonismo en modalidades deportivas de interior colándose por una fachada transparente a trozos. Así, una gran cúpula de placas metálicas y cristales emula la vecina Peña Oroel, y la mezcla entre lo cristalino y lo reflectante se lee como el blanco de las cumbres del Pirineo. Al llegar hasta el suelo, sin fachadas ni zócalos, la cubierta del edificio funciona como una montaña. "Como en una gota de agua, el contenido se contiene sin contenedor", explica Coll-Barreu. Esa membrana, que recuerda al hielo, integra en su estructura iluminación, megafonía, seguridad y aire acondicionado. Su autor la describe como "un edificio natural, sin detalles constructivos, delicado y eficaz". De nuevo, como el hielo.
También en el Pirineo oscense, en Panticosa, a más de mil metros de altura, los arquitectos Belén Moneo y Jeff Brock han levantado unas termas en las que ladrillos translúcidos de pavés forman una fachada de cubitos de hielo. Los muros curvilíneos que cierran el edificio parecen brotar de la montaña, la ensanchan, y tras su recorrido regresan a morir a ella. Como la propia montaña, esa fachada de ladrillos traslúcidos forma bancales que se acercan progresivamente a la cima. El pavés de los muros rompe en fragmentos un gran edificio y juega con los reflejos del sol en la nieve.
Más allá de fachadas y cubiertas, también un garito nocturno barcelonés, el Ice Barcelona, apuesta por enfriar el ocio. Con sillas, barra y hasta vasos de hielo, sus dueños aseguran haber cumplido el último deseo de Gaudí: construir con hielo. En Panticosa y en Jaca, el aspecto cristalino de dos grandes inmuebles debe mucho a los atributos del hielo. Pero en Barcelona, y por 15 euros, el bar Ice asegura 45 minutos a cinco grados bajo cero frente a la playa de la Barceloneta. Eso sí, el precio incluye copa, guantes y gorro.
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