La herencia de los ausentes
Una emigrante pleitea con el gobierno de Lalín por un solar
El drama que vivieron muchos argentinos de origen gallego a los que sorprendió el corralito en 2001 hizo resurgir un problema escondido durante décadas. La mala situación económica llevó a muchos emigrantes a tratar de descubrir el patrimonio que sus familiares habían dejado en Galicia y las sorpresas fueron mayúsculas. Así le ocurrió a Diana Moure, que mantiene un pleito con un pariente y el Ayuntamiento de Lalín porque, asegura, urbanizaron terrenos de su padre sin ella y sus hermanos saberlo.
El padre de Diana, Amancio Moure Carrero, llegó a Argentina desde Lalín tras la Guerra Civil. Allí se casó y tuvo hijos y apenas se volvió a ocupar de las propiedades familiares que le correspondían. Por lo que averiguaron su mujer e hijos tras su muerte en 1988, lo único que llegó a firmar fue un poder para que una de sus hermanas en Lalín pudiese administrar sus bienes, aunque no le concedió la facultad de venderlos.
Según cuenta Diana Moure, ella, al igual que el resto de sus hermanos, nunca se preocupó por el destino de la herencia de su padre. Cuando se vio atrapada en el drama del corralito y con una difícil situación personal al tener que sacar adelante en solitario a cuatro hijos, decidió pedir ayuda a su familia gallega. Su intención era recibir apoyo para viajar a España y buscar trabajo pero la respuesta fue contundente: mejor no vengas.
Demanda por estafa
Después de unos años, su situación económica mejora y comienza a investigar sobre el destino de los bienes que su padre había heredado. Para su sorpresa descubre que el Ayuntamiento de Lalín firmó en agosto de 2003 un convenio urbanístico con la comunidad de herederos de su padre. Lo sorprendente es que su mujer y sus hijos que viven en Argentina no fueron avisados de este anuncio, que apareció publicado en el Diario Oficial de Galicia.
Diana Moure decide entonces viajar a Galicia para seguir investigando. Llega a Lalín en septiembre de 2007 y permanece allí casi dos meses. Una de las primeras cosas que hace es visitar la casa de su familia (que todavía está a nombre de su padre) y anunciarles que viene a saber qué ha pasado con su herencia. Tras unos primeros momentos de desconcierto entre sus parientes llega la ruptura. Moure asegura que llegó a ser amenazada por uno de sus primos que le conminó a no seguir hurgando en el pasado. Ella decide seguir adelante y se presenta en el Ayuntamiento de Lalín para reclamar una copia del convenio urbanístico firmado con los supuestos herederos de su padre. Pese a su insistencia y a acreditar que es la hija de Amancio Moure y que representa al resto de sus herederos legales, se le niega el acceso a esta documentación. En estos terrenos, dice, se construyó el centro comercial Pontiñas.
Moure presentó una demanda penal por estafa contra uno de sus familiares y contra el propio Ayuntamiento de Lalín. La denuncia fue archivada por considerar que "no hay delito y si lo hubiera estaría prescrito", pero el abogado de Diana ha presentado un recurso ante la Audiencia de Pontevedra por considerar que el juzgado no practicó las pruebas solicitadas. Además, consideran que no puede haber prescripción al tratarse de un delito continuado en el tiempo.
Carlos Amadeo, abogado de Diana Moure, explica que hay unas 60 fincas en el catastro de Lalín que figuraban a nombre de su padre y que "recalificadas al día de la fecha representarían muchos miles de euros". El abogado asegura que hay muchos casos similares aunque en ocasiones se llega a un acuerdo para reparar la maniobra defraudatoria. Diana está dispuesta a volver a Galicia para seguir defendiendo sus derechos. "Voy a seguir adelante para esclarecer lo que sucedió con la herencia de mi padre porque siento que se lo debo a él", concluye.
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