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Crítica:ARTE | Exposiciones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El cosmos natural de Kiefer

Abrumador Kiefer. Aunque nuestra conciencia constantemente nos engañe, en el inmenso teatro de la naturaleza las dimensiones del hombre tienden sin remedio a cero. Ya nos lo advirtió Caspar David Friedrich, quien situaba en sus cuadros a seres humanos diminutos, reducidos a una mínima condición respecto al mundo natural que les envolvía. Con las exposiciones de Kiefer quien experimenta esa sensación es el propio espectador/visitante. De todas ellas, una, Al comienzo (2008) -sin duda entre las mejores de la muestra-, era hasta hoy inédita. En su elaboración, Kiefer ha utilizado fotografías del pueblo francés en el que vive y trabaja, Barjac, a modo de fotogramas de la memoria que, cayendo en vertical hasta formar un montón en el suelo, parten el cuadro en dos. En él observamos la recreación naturalista de una marea y unos densos nubarrones para los que se sirve del negro y las tonalidades del gris ceniza que, cargados de simbolismo, tanto han caracterizado su trayectoria.

Anselm Kiefer

Es Baluard

Plaza Porta Santa Catalina, 10

Palma de Mallorca

Hasta el 30 de agosto

Imbuido el visitante por una sensación general de desmesura, la exposición, compuesta por obra de las dos últimas décadas, atesorada en la colección de Hans Grothe, tiene un momento (largo) de deslumbramiento en las constelaciones. El recorrido nos detendrá de forma ineludible ante el poderoso magnetismo de dos piezas (La vida secreta de las plantas y Jaipur), mapas celestes que resumen la poética reciente del artista alemán. Se ha escrito y hablado hasta la saciedad de los vínculos de su trabajo con la memoria lacerante de Europa y Alemania -como también de la deuda del Miquel Barceló de los ochenta con esa fase de Kiefer-; por eso resulta más interesante detener la atención en su reciente mirada hacia el cielo y hacia las plantas, con la que construye una cosmología naturalista, o nueva memoria natural, que va más allá de la expiación de la historia reciente que caracterizó parte de su trayecto artístico. Kiefer usa sus sempiternas ramas secas para tramar el dibujo de las constelaciones, con la destreza de quien ha sabido aprovechar y reinterpretar el arte povera como pocos. Une así lo más simple (una rama poco útil y desprovista de vida) con lo más inabarcable (el cosmos insondable).

Esta voluntad de totalidad, tan inequívoca y filosóficamente alemana, no excluye la presencia en la muestra de sus reflexiones sobre la devastadora historia bélica reciente, como en ese escuadrón de barcos, en tonos óxidos, con título tan celiniano como Viaje al fin de la noche, o una pieza tan contundente como Gran Carga, con su avión de guerra cargado de girasoles secos. Sin embargo, reducir las posibles interpretaciones de la muestra mallorquina, como se insinúa en el catálogo, a una reflexión de actualidad sobre la memoria del franquismo, se nos antoja un ejercicio de adelgazamiento o de merma ciertamente excesivo.

Queda una tentación irresistible, para quien quiera no sentirse tan diminuto ante la monumentalidad escenográfica del envite: subir al primer piso del recinto y, desde una suerte de palcos que dan a la exposición, observar las constelaciones de Kiefer desde arriba. En esa escalada y en esta mirada se resumen todas las metáforas del sueño del hombre de dominar el universo. -

<i>Mujeres de la antigüedad</i>(2006), de Anselm Kiefer, de la colección Hans Grothe.
Mujeres de la antigüedad(2006), de Anselm Kiefer, de la colección Hans Grothe.

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