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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Invisibles, pero torpes

Con lo vasto que es el océano Atlántico, dos submarinos nucleares tenían que acabar chocando, y cerca de España además; con la sofisticada tecnología que tienen el Vanguard británico y el Triomphant francés, resulta que fueron incapaces de detectar sus cursos respectivos y evitar la colisión; con el cuidado que hay que tener transportando misiles nucleares, ahora se averigua que un submarino puede embestir cualquier cosa. El Ministerio francés de Defensa llegó a sugerir que el Triomphant había chocado con un contenedor. Con esta chapuza, el llorado Gila habría fabricado alguno de sus monólogos bélicos, del tipo: "¡Ah!, pero ¿era un barco? Creíamos que era un submarino. ¡Por eso nos ha costado tanto hundirlo!". El Vanguard y el Triomphant casi se hunden solos, sin guerra ni nada.

Sorprende la extravagante complacencia de los analistas militares cuando destacan el silencio e invisibilidad de las naves que demuestra el incidente. Cargados de instrumentos anti radar y anti sónar, ambos submarinos son indetectables, cierto. Pero si la invisibilidad es universal, en la práctica se convierte en ceguera. Nadie tiene ventajas tácticas ni margen para evitar errores. La tecnología se anula a sí misma. Los submarinos tendrán que navegar con lazarillo, tal vez con delfines guía entrenados para la tarea. Una glosa a la explicación inicial del choque: resulta absurdo sugerir un tropiezo con un contenedor salvo que éste también vaya dotado de tecnología de invisibilidad o que el Triomphant hubiese apagado su sónar y radar para ahorrar energía y descabezar una siesta.

Los encantados analistas no se preguntan cómo es posible que dos sumergibles nucleares de países pertenecientes a la OTAN desconozcan sus derrotas. En lugar de tanta euforia tecnológica deberían lamentar la penosa descoordinación de fuerzas aliadas. Si así se pretende construir un ejército europeo, sumérgete y vámonos, porque la guerra submarina ya no es lo que era. Ni el capitán Von Stolberg de Duelo en el Atlántico ni el capitán Marko Ramius de La caza del Octubre Rojo hubieran perpetrado una torpeza así.

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