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La rebelión de los jueces

Los juzgados se quedan vacíos

El mayor seguimiento de la primera huelga de togas se produjo en Valencia

"Los juzgados están parados. Me han suspendido el juicio oral y no me han avisado". Julia estaba citada a las 9.30 en los juzgados de Plaza de Castilla (Madrid). El día anterior intentó, sin éxito, saber si el juicio se iba a celebrar. Y aún no sabe cuándo tiene que volver. Está molesta pero se lo toma con resignación. Como ella, centenares de personas se quedaron ayer sin juicio por la primera huelga de jueces convocada en España.

Ni rastro del trasiego habitual en la principal sede judicial de Madrid. Por un día los pasillos quedaron desiertos y los despachos cerrados. Todos los focos apuntaban a los jueces que apoyaron la protesta. Su huelga se solapó con la de los funcionarios de justicia de la Comunidad de Madrid, que celebraban su tercer día (hay 12 previstos) de paros. Silbato en boca y con carteles en el pecho, un centenar de funcionarios, de los 6.000 convocados, exigieron al Gobierno regional que cumpla con el acuerdo que firmó en 2007 para mejorar sus condiciones laborales.

Rafael Tirado, magistrado del 'caso Mari Luz', se unió a la protesta

La jornada en la Ciudad de la Justicia valenciana, que según su personal es un "hormiguero de gente" los miércoles, se caracterizó por el silencio de sus pasillos. Otro cantar fue la lectura del manifiesto por parte del juez decano de Valencia, Pedro Viguer. Dos señoras que portaban pancartas insultaron y mandaron a los magistrados "a trabajar". "¿Cómo pueden hacer huelga con un salario de más de 7.000 euros?", preguntaba una de ellas en su cartel. "Cuando ganemos eso, estaremos contentos", respondió uno de ellos. El salario de jueces y magistrados se sitúa entre los 3.620 y los 9.450 euros brutos al mes. La Comunidad Valenciana fue donde hubo mayor seguimiento.

La huelga de jueces en Cataluña tuvo su imagen más gráfica en una concentración de cien magistrados en el salón de Pasos Perdidos en el Palacio de Justicia de Barcelona. Estaban juntos y revueltos miembros de las cuatro asociaciones de profesionales (dos a favor de la huelga y dos en contra). Fue precisamente Miguel Ángel Gimeno, el portavoz de Jueces para la Democracia, que no secundaba el paro, el que leyó un comunicado equidistante con el Gobierno y con el Poder Judicial, pero también con la huelga. Levantó leves aplausos entre sus compañeros, más interesados en comentar las incidencias del día que escuchar lo que pudieran decir los representantes de las asociaciones. Hora y media después, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Maria Eugenia Alegret, aseguró que se habían suspendido 202 vistas, una cifra más que dudosa si se tiene en cuenta que un juez huelguista de la jurisdicción social de Barcelona relató que él solo acababa de suspender 26 actos judiciales en su juzgado.

El juez Rafael Tirado secundó la huelga, pero no se concentró junto a sus compañeros. Tirado es el magistrado de Sevilla que no ejecutó la sentencia sobre el pederasta que presuntamente asesinó a la niña Mari Luz Cortés y cuyo expediente por parte del Poder Judicial suscitó las primeras protestas judiciales. En algunas sedes judiciales, como la Ciudad de la Justicia de Málaga, los pasillos permanecían más vacíos que de costumbre. "Hoy la justicia para oficialmente, pero hoy está tan parada como cualquier otro día", bromeaba un abogado.

En Almería, la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía hizo coincidir la jornada de huelga con una regulación por la que se impide el acceso de medios de comunicación a la sede judicial sin su permiso expreso.

Con información de Lidia Maseres, Santiago Navarro, Pere Ríos y Fernando J. Pérez

Un juzgado de Barcelona, durante la huelga de jueces.
Un juzgado de Barcelona, durante la huelga de jueces.TEJEDERAS

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