Agasajos multifacéticos
QUINTANA DEL CALEYO, conjunto etnográfico de mucho sabor asturiano
Uno de los hotelitos más activos en las nuevas redes sociales de Internet es el retiro con el que Antonio Gómez y María Jesús Payo han culminado sus proyectos, después de probarlo casi todo en el mundo empresarial. Se localiza en plena Comarca Vaqueira y pertenece a la parroquia de Camuño, concejo de Salas, poblada de montes de castaños y prados de terciopelo verde que estos días pasados ha tapizado la nieve, según atestiguan las numerosas fotos publicadas en Facebook. Es un núcleo constituido por una casona-palacio de 1650, propiedad de los Rodríguez del Caleyo, que fue mejorada y ampliada en 1876 por un indiano emigrado a California, adyacente a la cual aparecen un palomar típico asturiano, un pajar en desuso, una panera de seis pegollos, otra de ocho fechada en 1730, una casa de esfoyones (deshoje del maíz) y una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora del Caleyo. Todo rodeado por tres hectáreas y media de finca rústica exquisitamente mimada por los dueños, y por la que pacen libremente sus caballos asturcones.
QUINTANA DEL CALEYO
PUNTUACIÓN: 6,5
Categoría: 3 estrellas. Dirección: La Quintana del Caleyo, s/n. 33867 Camuño, Salas (Asturias). Teléfono: 985 83 22 34. Fax: 958 83 03 47. Internet: www.quintanadelcaleyo.com. Instalaciones: jardín, salón con chimenea, comedor. Habitaciones: 1 individual, 7 dobles, 3 especiales. Habitaciones para no fumadores. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite animales. Precios: temporada alta, 89 euros. Temporada baja, 68 euros. Desayuno, 7 euros. A todos hay que sumarles el 7% de IVA.
Lo que no transmite el Libro de las Caras es el silencio sacrosanto del lugar, capaz de dormirle a uno hasta el mediodía si no pone remedio. Nada se mueve, nada se proclama, si acaso, el leve crujir de la madera en el piso y un mobiliario seudoplateresco que se desdice de lo auténtico en la quintana (estructura, viguería, muros, entarimados de castaño...), radiadores contemporáneos incluidos. Junto a la entrada, la llariega se conserva como un pequeño museo etnográfico que aporta poco al hotel, si bien recuerda a los huéspedes el fornu donde antaño se cocían las hogazas y los bollos preñaus. O el xardu, donde se secaban las castañas y colgaban los embutidos y las botas de queso. Los menesteres del turismo rural.
En ese mismo trasunto, las 11 habitaciones observan estricta fidelidad a la tradición de la casona-palacio, o a lo que los propietarios han interpretado de ella, con cortinajes sutiles, colchas de buen abrigo, escayolas bien moldeadas y un fino olor a madera repelente a la humedad asturiana. La más amplia, por nombre El Cuartón, deja espacio para una mesa camilla y una escribanía. El Cuarto de la Esquina atrapa la luz del exterior gracias a su orientación sur y oeste.
Más que cualquier otra consideración, la tradición más sentida y verdadera que puede expresar hoy esta quintana es la cariñosa acogida dispensada por Antonio Gómez y María Jesús Payo a sus huéspedes: todas las noches esperan su llegada ante el mismo vano de la puerta.
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