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Bruselas vuelve a cortejar a Gaddafi

La UE busca la energía de una Libia que ha dejado de ser paria internacional

A la responsable de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea, Benita Ferrero-Waldner, se le iluminó la cara cuando alguien se acercó y le habló al oído. "Una buena noticia", susurró y, presionada, agregó: "Vamos a ver a Gaddafi". La caravana oficial se puso en marcha, para acabar en el Ministerio de Asuntos Exteriores, un discreto edificio de tres plantas con perfectas hechuras, externas e internas, de bloque de viviendas. Quien allí esperaba era el ministro libio de Exteriores, Mohamed Shalgum.

Muammar Gaddafi estaba en esos momentos en su residencia, pendiente de los últimos detalles de una magna recepción-homenaje que iba a protagonizar por su flamante entronización como presidente de turno de la Unión Africana, con discurso incluido ante la flor y nata civil y militar del régimen y ante el cuerpo diplomático. La imprevista ceremonia eclipsó a la nutrida delegación comunitaria encabezada por Ferrero-Waldner, llegada a Trípoli a principios de semana para lanzar la segunda ronda negociadora de un proceso que debe concluir en el establecimiento de un acuerdo marco con Libia, único país de la cuenca mediterránea con el que la UE no mantiene ninguna relación contractual. Cosas de Gaddafi, que antepone África a todo y ve a los Veintisiete y sus planes para una Unión para el Mediterráneo poco menos que como un montaje neocolonial en el que se niega en redondo a participar.

Con un censo de seis millones, el país acoge dos millones de 'sin papeles'

La UE se ha puesto las pilas y se ha sumado a la larga nómina de Gobiernos que buscan establecer una relación provechosa con el singular régimen libio, un espectáculo de un solo hombre, el Líder, quien tras renunciar en 2003 a las armas de destrucción masiva ha sido acogido en el redil de la comunidad internacional.

En esta nueva atmósfera de cambios perceptibles a ojos vista han pasado por Libia en tiempos recientes, o han sido visitados por Gaddafi: Vladímir Putin, Nicolas Sarkozy, Silvio Berlusconi y la entonces secretaria de Estado Condoleezza Rice. El propio Rey de España devolvió hace tres semanas la visita del líder libio a Madrid en diciembre de 2007.

La frustrada visita de Ferrero-Waldner a Gaddafi, solicitada por Bruselas junto a la de su hijo, Saif al Islam -que pasa por ser la cara amable, modernizadora y renovadora del régimen- no por anecdótica es menos reveladora de los problemas y malentendidos que acechan a las relaciones que la UE pretende establecer con la Yamahiriya (República Popular) libia. A "la imprevisibilidad de Gaddafi" aluden fuentes de Bruselas cuando relacionan los peligros que pueden afectar a la relación bilateral.

"Tenemos que ser pragmáticos. Libia se ha abierto a la comunidad internacional y lo debemos aprovechar", apunta la comisaria, que habla de la voluntad europea de cerrar con Libia "el acuerdo potencialmente más ambicioso de los suscritos con cualquiera de los socios mediterráneos". Prosperidad, estabilidad y seguridad mutuas es la nueva consigna.

A la hora de relacionar las áreas de interés prioritario que mueven a la Comisión en su acercamiento a Libia, la energía es la primera citada por Ferrero-Waldner: "La crisis de Rusia y Ucrania prueba que necesitamos diversidad de proveedores. Libia es clave en el sur, y también por su potencial en energías renovables". La inmigración y las relaciones con África son los otros dos polos.

A una UE que piensa en la energía, Gaddafi le responde que el problema número uno de la relación bilateral es la emigración de África a Europa. "Si Europa no quiere emigrantes tiene que ayudarnos para que los jóvenes se queden en África", les dijo a los embajadores, a quienes advirtió que va a batirse por los derechos de los africanos en la ribera norte del Mediterráneo, donde "son maltratados y marginados". Libia, con un censo oficial de seis millones de ciudadanos, acoge a unos dos millones de residentes ilegales, venidos del África subsahariana (huidos de conflictos bélicos y emigrantes económicos), de Asia y en buena medida de Egipto. "Va a ser muy difícil, porque Libia tiene muy altas expectativas con respecto a la UE", resume un alto cargo europeo conocedor de la vertiente migratoria de la relación bilateral.

El líder libio, Muammar el Gaddafi.
El líder libio, Muammar el Gaddafi.AP

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