Abramóvich negocia con Abramóvich
El dueño del Chelsea quiere fichar a Hiddink, seleccionador de Rusia, al que paga el sueldo
Hay amistades que valen una fortuna. En rublos o en libras esterlinas. O en aluminio. O en petróleo. De todo esto dispone Roman Abramóvich para pagar dos sueldos al entrenador holandés Guus Hiddink, a quien quiere llevar al banquillo que dejó vacante el destituido Luiz Filipe Scolari en su equipo, el Chelsea.
Hiddink ya tiene trabajo. Es el seleccionador de Rusia. Sin embargo, esto no supone un obstáculo para los propósitos de Abramóvich. Este ruso, uno de los hombres más ricos del mundo, es, además del propietario del Chelsea, el máximo benefactor de la federación rusa de fútbol. De su bolsillo sale el dinero para pagar el sueldo de tres millones de euros anuales que cobra Hiddink. Desde ayer, además, negocia su contratación para que también se haga cargo del Chelsea por una cantidad en torno a los cinco millones de euros anuales. Si pone la firma en todos los papeles, Hiddink se convertirá en el entrenador mejor pagado en la historia.
"Es una situación excepcional. Soy amigo del dueño", dice el técnico
Hiddink se apresuró a confesar ayer, a la agencia Reuters, que hay amigos por los que firmaría dos contratos de dudosa compatibilidad. "Ésta es una situación excepcional", dijo; "si me hubiera llamado otro club, habría dicho que no inmediatamente. Pero, tratándose del Chelsea, las cosas cambian porque tengo una buena relación con su dueño. De modo que, si puedo ayudarlos a superar este bache, me gustaría colaborar".
El futuro de Hiddink depende de Abramóvich, tan propietario del Chelsea como dueño del gobierno de la federación rusa, cuyo presidente, Vitaly Mutko, es una figura sin potestades. Las negociaciones para fichar a Hiddink tienen un único sujeto. Se vinculan a los procesos mentales de Abramóvich, a sus cálculos, al efecto de la crisis sobre sus negocios, gravemente golpeados, y al grado de frustración que arrastra tras el fracaso de Scolari. El ex seleccionador de Portugal y Brasil no consiguió hacer jugar al Chelsea como al Arsenal. Esto le pidió Abramóvich, que no dudó en despedirle a pesar de que el equipo de Stamford Bridge estaba a sólo siete puntos del Manchester United, líder de la Premier.
Hiddink se siente capaz de llevar a Rusia al Mundial de Suráfrica y, además, de inculcar al Chelsea el jogo bonito. Lo reflejan sus palabras. "En el Chelsea haría un trabajo a tiempo completo", dijo ayer; "día a día. Al menos, hasta el verano. Luego lo tendría que compatibilizar con la clasificación para el Mundial. Sé que se puede hacer porque ya lo hice con el PSV y Australia en el Mundial de 2006".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.